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Ejercicio para el 4 de febrero a las 19:00 horas. CENA DE NAVIDAD

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  CENA DE NAVIDAD. Describir una cena de Navidad usando el diálogo. Dos folios máximo. Fuente: Teoría del personaje literario/ Rafael Azúar   Partes de un diálogo. Parlamento (qué dice) y acotación o inciso (quién, cómo, dónde, cómo, por qué lo dice….).   ¿Qué es el diálogo? El diálogo es acción, debe influir en los personajes y transformar lo que está sucediendo, modificar en un personaje la percepción que tiene del otro, que tiene del momento, que tiene de sí mismo, que tiene de la realidad. O apuntalar estas percepciones. En el diálogo juega el lenguaje verbal (diálogo) y no verbal (quinésico)   Consejos. Eliminar saludos y detalles poco relevantes. Utilizar acotaciones proporcionadas, cortas y útiles, aportando agilidad. Registro adecuado a cada interlocutor. Cada interlocutor tiene su habla. Puntuación. Se utiliza raya delante de cada parlamento sin espacio entre esta y el primer signo del parlamento. ---Vete por donde has venido--. Acotaciones o incisos

Texto diciembre

ERES MIA   Todos los días de camino al instituto pasaba por enfrente de aquella peculiar casa abandonada, la gente decía que estaba encantada.   Aquel día, salí tarde de las actividades del instituto, estaba anocheciendo, mamá me había dicho que tenía que hacer unos recados y me fui andando a casa.   Cuando pase por enfrente de la casona note una brisa fría y el viento silbar, parecía que la casa decía- ven acércate- mire la casa y vi en una ventana alguien llamándome.   Me quedé como hipnotizada, fui hacia la casa y cuando llegue, la puerta se abrió, haciendo rechinar todas sus bisagras, no vi a nadie pero entré, todo estaba en penumbra, en una esquina había un diván, fui hacia él, me senté y pensé que bonito y cómodo es.   De pronto la puerta dio un portazo y se cerró, quede atrapada dentro de la casa, el terror a lo desconocido me atrapo, el corazón me latía a cien por hora, intente abrir la puerta, la golpee, la arañe, pero todo fue inútil.   Es

Cerecita

Cerecita Bajo la lluvia, Teresita va por calles extrañas arrastrando su carrito lleno de cacharros. El agua se la come, entonces corre hacia otros vagabundos que se refugian bajo un puente y rodean un tambo con lumbre adentro. Tiritando, le hacen un hueco. Ella se asoma y ve que el fuego se muere. Saca de su abrigo una botella de Bourbon, rocía alcohol y echa una cerilla. «¿Qué haces vieja? ¡No desperdicies eso!» Grita uno. Las llamas, como pétalos, iluminan los rostros. Más la tormenta abre sus fauces, empuja todo, derribándolo. «¡Vámonos a la mansión embrujada!» Sugiere otra, azulada por el frío. «¿Estás loca?» Protestan. «En el porche quedaremos protegidos,» responde ella. Miran la casona rodeada de árboles muertos en un jardín espectral. Cruzan la calle. Empujan la reja de hierro oxidado. Chapoteando, superan las baldosas resquebrajadas y suben los escalones. Teresita tira de su carrito y apenas logra subirlo. Los demás se recargan en la pared y se ríen de la tormenta. Acurruca