Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2021

Este maldito papel

Estoy sentada en esta silla, con este papel en la mano mirándolo y no dando crédito a lo que veo y leo.   Hace una hora todo era ilusión...... ahora no me queda nada...hace una hora pensaba que había encontrado al amor de mi vida, pero esta vida se ríe de nosotros cuando menos lo esperamos. Mi vecino vino a verme como todas las tardes, hoy estaba decidida a no dejarlo escapar, me había dado cuenta que estaba perdidamente enamorada de él. Empezamos a hablar y todo fluyó....una cosa llevó a la otra y se calentó el ambiente, pero de pronto dijo que no podía hacerlo………. que me quería mucho pero que la decisión tenía que tomarla yo y para eso tenía que conocer toda la verdad, entonces me dio este maldito papel y se fue......un análisis de ADN, que pone que él es mi padre, ¿y ahora qué?......mis sentimientos son los mismos que antes de saberlo.........¿o no? Ángeles Fernández

Yo soy tu padre

No te veo desde hace dos semanas, ¿me dejas entrar?. Allí está ella, ha venido, a mi casa. ¿A quien se parece?, a mí no, quizá un aire, pero bueno, los hijos se han de parecer a ellos mismos. Es muy gracioso cuando un hijo es clavado a uno de sus padres, incluso puede ser patético, de circo. Mejor así.  Pasa, es que estuve enfermo vecina, y luego me lie con mil cosas, pero no te preocupes, acabaré de arreglar las goteras de la cochera. Te lo dije y lo haré. ¿Quieres un café? ¿A las ocho de la tarde un café?, mira lo que tengo, mejor esto. ¿Tienes que salir? Laura saca de su espalda la mano que agarra una botella de tinto. Sigue apoyada sonriendo en el marco de la puerta. Me fui de su casa porque esa sonrisa me inquieta y me sonrió así. Ahora está aquí sonriendo. ¿Está coqueteando conmigo?, no puede ser. Pasa, vamos fuera, al jardín, sacaré un plato de jamón y dos vasos, ya sabes dónde es, ahora voy.  Prefiero acompañarte. Laura entra conmigo a la cocina, me mira con esos ojos que ya

Ejercicio para la reunión del jueves 4 de noviembre

  La narrativa necesita un desenlace para que la historia se cierre. Son los disparadores creativos quienes encienden la chispa del relato, (un disparador creativo es por ejemplo el juego que hicimos con los pecados capitales en la última sesión); y son los giros quienes nos ayudan a cerrar la historia. Un giro es una sorpresa en el desarrollo de la historia que la hace progresar y precipita en un momento dado el final del libro. Esa sorpresa, de todas formas, ha de respetar el pacto escritor/lector: los personajes no deben guardar secretos que sean desvelados al lector como factor de giro, el lector debe confiar en los personajes y conocerlos tal cual son. Ponemos un ejemplo: Un hombre maduro se entera de que tiene una hija joven y sabe dónde vive, así que decide comprar una casa cerca de la suya para conocerla y no se atreve a desvelar su identidad. El lector sabe que su vecina es su hija, la hija no sabe que el vecino es su padre. Con esta situación podemos construir un relato desd

Inspiración Artificial

Soy componente de un grupo de música. Nunca hemos tenido éxito. Nos dedicamos mayormente a cubrir las tres "b,s", ya sabéis bodas, bautizos y banquetes. A veces hemos intentado escribir algo propio, pero nos echamos la culpa de no hacerlo. Deberíamos hacer una canción con el título "Procrastinar"; es lo que mejor nos define. Yo trabajo en una tienda de muebles, con especialidad en sofá descanso, de esos que preferirías incluso a una cama para dormir una siesta. Hay uno blanco que ejerce una atracción especial sobre mi. De adorno le han colocado una piel de oso de imitación. Como los gerentes son unos agarrados, en invierno a la hora del mediodía, cuando no hay público, quitan la calefacción. Entonces he llegado a echarme en él y taparme con la piel. Sentir ese calor artificial  mezclado con el olor extraño del tejido, me produce un tremendo adormecimiento y laxitud en mis articulaciones. Creo que si en esas condiciones pudiera fumar algún cigarrillo mágico, la inspi

PEREZA

 Verano, verano en Murcia, tirado en mi sofá, ese sofá que tantas sobremesas me ha acogido, me ha arropado, me ha protegido; calor, calor como sólo hace en Murcia en verano, el ventilador da vueltas sobre mi cabeza, miro el techo, blanco, blanco roto, creo. Repaso en mi cabeza la lista de tareas para esta tarde. Fregaza, recoger la ropa, comprar comida para el perro, comprar leche, ir a ver a mi abuela, revisar las ruedas del coche, barrer la entrada de casa, regar las plantas… Todas ellas actividades livianas, tranquilas, hasta agradables, diría yo, pero aquí estoy, mirando hacia arriba, viendo dar vueltas a las aspas del ventilador, mirando el techo, el techo blanco. Mi sofá me abraza, me abraza como si fuera un enorme oso en hibernación, la laxitud del tiempo me hace que nunca termine de despertar de esta interminable siesta de verano. Debería levantarme, buscar entre mis discos un grupo de música que con su ritmo me ponga en marcha, que me aleje de esta manía mía de
Ejercicio 08/10/21 Pereza PEREZA Mi despertar fue como el de un gran oso después de hibernar. Fue un alegato a la pereza, tenía una laxitud extrema, casi pecaminosa. Allí Estaba yo al calor de mi sofá blanco, acogida en sus brazos mullidos, un auténtico placer, después de una siesta que me hizo sentir culpable por su placidez. En ese momento acariciaban mis oídos un grupo musical de mi juventud, que me hacía recordar momentos únicos de mi vida. Procrastinando el momento de levantarme, por el placer de disfrutar este momento de pereza, este aquí y ahora de disfrute, que hacía tiempo que no conseguía alcanzar. Angeles CULPA, BLANCO, SIESTA, SOFA, DESPERTAR, GRUPO DE MUSICA, OSO, CALOR, PROCRASTINAR, LAXITUD

Trastocar

  Tras tocar con el grupo de música llegué a casa.   El calor, los whiskies y tanto tiempo despierto me llevaron a un estado de laxitud, flojedad muscular y ablandamiento que me arrastraban directamente a una siesta larga, de las largas, de las de cama y no de sofá.    Saca al perro, vi tu nota. ¡Oh!, oso blanco, nuestro perrazo, me daba con el lomo, y de verdad que no podía, no tenía aliento, así que lo acaricié y me fui a la  habitación tarareando nuestro éxito, “procrastinar”.   Lo sé , lo sé. No me cuelgues. Hicimos un pacto, tú lo sacas por la mañana y yo por la tarde, pero de verdad que no podía, y no era solo cansancio, era falta de ganas, pereza, te soy sincero.    No me grites. Sí le abrí la puerta.    Te estoy siendo sincero, podía haberte dicho que se escapó al abrir la puerta,  tengo la culpa, que eso valga para algo. Perdona.    Voy al hospital veterinario, no te preocupes.

Pereza, culpa, blanco...

La atronadora insistencia  de este maldito grupo de música perturba el silencio.  No quiero despertar.   Mi mente, en blanco, queda engullida por la laxitud de la siesta. La sexta hora de la  tarde , una tarde cualquiera mecida  por los recuerdos que trae el calor sofocante.. Mi mente intenta escapar de la culpa, de la pereza en que vivo sin vivir en mí. Atrapada, abrazada por este sofá en el que entierro todos los proyectos que la pereza, el miedo, la cobardía obligaron a procrastinar. Hoy, solo son  sueños incumplidos que, como los osos, despertarán...o, quizás no.   Eva.