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La noticia

LA NOTICIA PRIMERA PERSONA Llevo varias noches sin dormir, días sin concentrarme, me siento alienado en esta sala de espera, el ambiente es rancio, miro a mi alrededor, la gente habla como si estuvieran en una cafetería, los envidio, se abre la puerta y la doctora me llama a mí; intento levantarme, mi cuerpo pesa, me falta energía "Vamos Juan, ¡apresúrate!" grita mi mujer, la miro con mala cara, llego a la consulta y caigo sobre la silla, quiero salir corriendo de aquí, "Buenos días Juan" me mira y me sonríe "Cómo te encuentras?" pregunta Lucía, "Ehhh", no encuentro las palabras para contestar, "Bien, supongo" De nuevo silencio insoportable, se corta el aire, se masca la tensión "Las pruebas han detectado que ha crecido, así que hay que actuar ya, vamos a operarte y después valorar si es necesario otro tratamiento" dice la doctora con serenidad "¿Es maligno? Me escucho con voz titubeante "Es una de las posibilidades,

Ceguera

Hoy amanecí con la idea de no ver más, de tragarme la luz y no devolverla a mis ojos, sí, no más, ni tan siquiera pensar en el porqué y es que para lograrlo creí que bastarían las gafas oscuras; pero a veces el sol se destila por las esquinas, incluso veo reflejadas mis pupilas en el plástico ahumado; así que lo que hice fue echarme el pelo largo en la cara y colocarme las gafas encima; sin embargo, fue una lata desayunar y peor comer, pues mi pelo terminó chorreando leche o sopa; entonces le escribí una nota a mamá, pues no tenía ánimo siquiera de hablarle, y le dije en tinta negra que me llevara a cortarme el pelo con la Miss Musaraña, bueno eso es lo que parece, ya ni me acuerdo de su nombre; nos vamos en coche, entro detrás de ella y voy a sentarme en la silla que gira; la señora me pregunta, casi riéndose, cómo quiero el corte y le enseño mi móvil donde aparece Sia, mi cantante favorita, y desea saber que si además del flequillo, también me pinta de rubio la mitad de mi pelo negro

Yo,tú, él

Yo Temo no coincidir con él, tengo controlado el tiempo que me llevan los rituales de arreglo y desayuno aunque hoy me he entretenido con el pelo, voy llegando, ya lo veo, comienzo a percibir esa sordera particular que hace que toda mi atención quede reducida y focalizada en mis ojos, con él en la parada todo deja de tener sonido, volumen e importancia, todo se desvitaliza menos él y yo, siento mi corazón latir desbocado, me invade esa alegría loca al subir al autobús que nos va a llevar juntos a destinos diferentes, pero que por unos minutos hará que ocupemos el mismo espacio y con suerte nos rocemos, hoy me siento valiente, indómita, será por mi pelo, llevo un año de encuentros casi, compartimos ese imán que nos hace pegarnos en el pasillo del autobús hasta conseguir que los nudillos se rocen y hacemos así el trayecto, un centímetro cuadrado de contacto que invade de emoción nuestros cuerpos, y hoy lo vivo como un vértigo que me empuja a pasar a otra cosa estoy rebelde y al

Como si acabara de llegar.

Tiemblo, noto los fogonazos de luz intermitentes sobre mi espalda, un pitido me sierra por dentro, estoy helado y tenso, me quito el flequillo de los ojos, desde donde estoy, siento que el plano del suelo se inclina y veo a figuras bamboleantes, ahora no pienso, ha corrido un tiempo muerto, abro los ojos, me sacuden cogiéndome de los hombros, de pronto todos los sonidos que estaban amortiguados estallan y reconozco los gritos de auxilio de mi mujer. Hablo enfadada con el enfermero que está en la puerta de entrada a boxes, le señalo la pared de cristal de entrada a urgencias , donde estás temblando, te vemos caer al suelo y corremos hacia ti y el enfermero te agita con cuidado, pienso que llevamos tres horas esperando a que nos llamen, que la sala está saturada de enfermos que gimen, pero que tú eres el más grave y no han hecho nada por ti y ahora te mueres, el enfermero te retira con delicadeza el flequillo que te tapa la cara, luego lo haces tú, le pido desesperada y en voz alta que t

SEIS

PRIMERA PERSONA Confieso que me olvidé del flequillo… tengo que rehacerlo todo, y es ya la… ¿cuántas van? ¿La quinta vez?, porque si no es por el flequillo, es por el punto cruzado, y si no por el hilo, o porque confundo una pata con un asta, o pongo algo bocabajo, o confundo los tamaños o las proporciones, pero este maldito tapiz no se deja terminar y me tiene enganchada cada día desde hace ya tres años… pero, fue una promesa y las promesas se cumplen, se tarde lo que se tarde, ¿verdad?, no es cuestión del tiempo que tarde, porque a ella ya le da igual… en el fondo debería  saber que esto pasaría… debería haberlo sabido, y cuando me hizo prometer lo del tapiz… ¡este maldito tapiz… que me toca rehacer de nuevo, cuando ya casi… ya casi estaba terminado… ya casi podía soltarlo y dejarlo ir y ocuparme de otras cosas… pero el flequillo no acaba de encajar y tengo que rehacerlo todo, no puedo dejarla ir… SEGUNDA PERSONA Tú sabes que me gustaban mucho los animales y elegiste ese dibujo tan b

El ladrón

EL LADRÓN Me tiemblan las piernas al comprobar que la puerta cede con solo un pequeño empuje, entro sigilosa, con miedo, creí haberla cerrado, siempre vuelvo a comprobarlo y esta vez no lo hice, la luz del pasillo está apagada, oigo ruidos que proceden de mi habitación, no sé qué hacer, si volverme y pedir ayuda o atreverme a entrar, opto por lo segundo y me acerco lentamente temblando por lo que me pueda encontrar, ¿será un ladrón? Y si lo es, ¿qué hago? No tengo nada para defenderme, abro despacio la puerta, veo cajones tirados por el suelo y ropa revuelta, siguen los ruidos, entre los cojines destrozados se divisa un flequillo sin parar de moverse ¡Ostras! ¡El perro peludo de mi vecina! ¿por dónde entró? Te veo desde mi ventana como entras en tu casa, creo que te dejaste la puerta abierta, no sería la primera vez, siempre te digo que eres muy despistada, que lo compruebes porque algún día te llevarás una sorpresa y te encontrarás la cas

Yo rota, tu rompes, ellos rompen

Yo rota Siento la arena fría entre mis pies, el susurro del mar de fondo, pero no lo miro, sollozo entre mis piernas y el viento trae su voz Lo siento, dice él No esperaba que esto terminara así, dice El frío se hunde en mi pecho y la brisa nocturna acompaña al dolor que empieza a anidar en mi cuerpo, es tarde, pero me da igual ¿Por qué? le digo ¿Desde cuándo te sientes así? digo Mis sollozos se amortiguan con el vaivén del mar y el susurro de las palmeras  Imbécil, pienso No sé, unos días, dice él Se remueve el flequillo como sin comprender la pregunta No creo que debamos seguir con esto si me siento de esta manera, dice Pues ya has decidido por los dos y ¿cómo deberíamos sentirnos? digo No lo sé, creo que no sé cómo me siento y no es justo para ninguno, los siento, dice Vete ya, digo Lo siento, dice él. La arena amortigua sus pasos y se aleja, me quedo sola y solo puedo mirar el mar, borroso imbécil digo en voz baja Tu rompes Notas la arena fría entre los dedos de tus pies, el sonido

Pegado a los talones

1. Corro, respiro, tropiezo, me falta el aire, la calle se ensancha como una promesa de que tal vez pueda escapar, pero yo sé que no es cierto, que será imposible, que lo tengo pegado a los talones y que se lanzará sobre mí haga lo que haga, lo siento a mi espalda y por delante, a los lados y en cada rincón que atravieso, en los oscuros portales del barrio en el que crecí, en el antiguo centro comercial que ya no recuerda nuestros botellones, en el hospital donde acabaron muchos de aquellos amigos por culpa de la droga que nos vendieron, en la morgue y en el río, siempre en el río, el río que fue nuestro segundo hogar, el río que tal vez pueda cobijarme hoy y evitar que él me mate, sí, eso es lo que pienso, esa es la idea que surge en mi cabeza cuando salto hacia el río, y entonces distingo su fantasma en la orilla, mirándome fijamente, sabiendo que esta historia, por mucho que le disguste, acaba aquí y no de la forma en que él pretendía.     2. Corres,

El profesor

Yo Aquel día empezaba las clases en aquel nuevo instituto, los chicos me miraban con expectación y curiosidad, me presente —Buenos días, me llamo Florentino Quillo y voy a ser vuestro profesor de lengua— decía mientras atusaba mi flequillo, uno de los chicos levantó la mano y dijo  —profe podemos llamarle Flo como el humorista? —me pare una buena idea, así no se os olvidara mi nombre— empezamos la lección, ese día iba sobre las abreviaturas les pedí a los chicos que me dijeran una abreviatura, que le echaran imaginación y fueran ingeniosos, un chico del fondo de la clase levanto la mano le hice señas para que hablara el chico dijo —Fle—le pregunté que abreviatura era aquella y el muy sonriente y con cara pícara me dijo, —si profe, es su abreviatura— lo mire extrañado y le dije que se explicara, él me dijo —usted se llama Florentino y de apellido Quillo, con la abreviatura se quedaría en Flo pero no sonaría bien con su apellido, haríamos un pequeño apaño para que sonar

El flequillo

EL FLEQUILLO (1 Persona) Desde que la vi entrar en el salón ya sabía que me daría problemas, es algo que intuyo muy a menudo. Debería estar contenta porque esta "señora de alto rango" se ha dignado a pisar mi peluquería por primera vez, pero en realidad no me hace gracia que tuviese que buscar un hueco inexistente para atenderla cuando me pidió cita, como favor. Su estilista de toda la vida no la podía arreglar. Con las exigencias de que fuese yo personalmente quien la atendiera (no le valía nadie de mi equipo) 20 minutos de retraso con esta nueva clienta sólo en el lava-cabezas. No paraba de gruñir, quejarse y hablar por bajines. ¡Qué paciencia hay que tener! Fue llegar al flequillo de cuatro pelos. Ya no quedaba lugar donde ponerlo que a la señora le gustara y después de media hora, con los nervios de punta, viendo que se me amontonaba el trabajo y no salía de ahí... le di el peine y le dije: "Hazlo como tu dices que te gus

El olor de la sorpresa

Hace más de veinte minutos que la espero, aún estoy a tiempo de arrepentirme y no contarle mi secreto. Noto en mi garganta cómo aprietan los dedos de la culpa. Ahí está, la veo entrar, sigo siendo más atractiva que ella,sí, quizás sus caderas más redondeadas, pero yo las muevo mejor. Arrimo la silla para estar más cerca de ella, lanzo un suspiro profundo, entorno los ojos y no me lo pienso.No puedo más,le digo, me astragan sus ronquidos sentado junto a mí en el sofá, su olor a cansancio, ya no me río con sus burdos chistes, no soporto la idea de envejecer junto a él. Lo dejo. He descubierto otra forma de vivir, me he vuelto a ilusionar. Yo, al revés que la diosa de la Justicia me he arrancado la venda de los ojos, la justicia la quiero para mí, merezco otra cosa, vuelvo a sentirme viva, fresca, optimista. Le he pedido que viniera, no le he dicho que estaría contigo. Quiero que lo conozcas. Estás muy callada, ¿qué piensas?... si lo supieras me soltarías la mano...,necia, no me mirarías

Un cafecito, por favor

La aurora es voraz, a dejado a la noche como un pálido recuerdo y veo el mar desde esta mesa, y creo que el horizonte es como un lienzo de seda, pero es mejor la sonrisa de Elsa y su disturbante gesto de amor y huelo que desde la cocina del chiringuito se guisa una tortilla y le digo a la chica que está a mi lado que me traiga un cafecito, pero Elisa no quiere, ella no bebe café, entonces me trae una taza de porcelana china, que tiene dibujos de unos dragones y así de caliente está el café y desde la playa me mira Monse, mi hija pequeña, qué bonita es y Eunice tiene un gesto raro, se parece a mi madre y no está tan vieja como esperaba y ella quiere café y le pido a la muchacha del chiringuito que me traiga más café ¿quieres una tortilla o una tostada? Le pregunto a esa que parece haber perdido su gesto maternal y ya no sé si es ella, dormida en su pasado, estrellada en su foto antigua, como una explosión de tonalidades sepia y la chica me jalonea el brazo y dice ¿Es que no