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Mostrando entradas de noviembre, 2021

Si te vas

  Si te vas, si al final te vas, haré eso que me dijiste que hiciera. No, no funciona así. Si te vas dejaré la casa yo también, ya no me verán asomarme por las ventanas ni desviar las gotas de lluvia, ni hacer caer los bolígrafos haciéndolos rodar hacia arriba. No funciona así. Lo sabes. ¿Cómo puedes irte? En la sala el niño roe absorto una mazorca recién asada en la lumbre. El padre le mira preocupado, esta medicación no le quita el hambre como la anterior, pero sí lo ensimisma más y no entiende sus palabreos. Cómo puedo irme dónde, cariño. Papá no te entiende. El niño roe la mazorca, se ríe y enseña los dientes entreverados de pellejos amarillos, bizquea y señala el rincón moviendo la cabeza. Papá no te entiende, ¿qué hay allí? ¿qué señalas? No funciona así, se oye en la cabeza del niño. ¿Hago eso que te dije que haría mamá? Todo es oscuridad rota por la llama bamboleante del hogar. El padre enciende la linterna del móvil e ilumina el rincón. No hay nada ahí, y mamá ya no está, lo sa

Apuesta

Una década menos. Estoy a punto de lograrlo. Pensaba que cuanto mas mayores menos me atraerían, pero con este ha sido distinto. Realmente me he sentido bien, querida, tratada con cariño. Se ha comportado de forma extraña al principio, quizá no esperara que yo fuera tan explícita con mis deseos. Me miraba fijo a los ojos, mientras yo me desnudaba, como si le diera vergüenza observar el resto del cuerpo que en breve iba a poseer. Ha sido divertido cuando he descubierto que ambos teníamos la misma marca de nacimiento en la nalga izquierda. Yo no paraba de reirme y en cambio a él se le ha escapado una fugaz lágrima. ¡¡Somos como hermanos gemelos!! ¡¡ Hagamos un selfie a nuestros culos!!, ¡será nuestra foto talismán!. Él me miraba fijo y volvía a lloriquear, retirando rápidamente las lágrimas de sus ojos. Verle así me ha enternecido y en vez de terminar este encuentro con un lacónico "he estado muy a gusto, nos volveremos a ver", me he acurrucado en su cuerpo, sobre sus piernas,

Ejercicio propuesto por Manuel Durán Miralles. Terror.

Vamos a escribir una historia de fantasmas con la estructura clásica creada por Plinio el Joven en su Atenodoro: Casa encantada, protagonista audaz y fantasma recurrente, el arquetipo del fantasma que pena una maldición (Damnatus ille). La voz narrativa es libre, si bien sabemos que en el género de terror se ha empleado mucho la carta o epístola, en primera o en tercera persona. En la narración trataremos de crear una ambientación apropiada (Locus non amoenus). Debe haber un protagonista y un antagonista, individuales o colectivos. Se puede dar un toque de humor, a la manera del Fantasma de Canterville, y/o mezclar en la trama a otro arquetipo del género de terror. La redacción es de unas quinientas palabras y puede ser interesante introducir un pequeño diálogo entre los personajes para dar verosimilitud a lo increíble

Sueños rotos

Sé que me observa. Finjo no ver. Las pulsiones de mi juventud siguen intactas. Sin embargo, el deseo, hecho añicos, da paso a la ternura cuando su aliento me acaricia. Su tímido abrazo me quema. Su tacto despierta en mi piel el recuerdo de momentos soñados, imágenes de una infancia negada, de una adolescencia huérfana, plagada de sexo y dudas. Su mirada es el ascua fría que mantiene el fuego en mis entrañas. El presente me alerta de los errores de juventud. Quince años: jugamos a ser mayores, el sexo ávido. Luego el pánico. La huida. Me perdí su piel de algodón, hoy terciopelo ardiente. Rompí los eslabones de una vida que sueña encadenarse a la mía El deseo nubla la razón. Mi alma grita, pero no entiendo el eco de su voz. Siento un pálpito que amordaza el impulso y frena el deseo. Hay algo de edípico en estos amaneceres húmedos. Soy su dios. Él es mi dios. Yo, Electra. De nuevo huiré. La muerte en la distancia será mi aliada y ella, como la venus, renacerá mecida por las olas del olvid

Colmillos de león

De viaje a otra aldea la vio danzar, metida en el cuerpo de su madre, antigua y fugitiva amante en noches sin luna. Reconoció la cicatriz en el pecho como un colmillo de león. Después regresó para levantar una choza junto a la de su hija y tenerla cerca. No le confesó parentesco. Como cazador, le procuraba presas y frutos del camino. Ella cocinó un antílope y le invitó. "Mi muestra de gratitud". Él, orgulloso, tenía sudor de oro y carne volcánica. A ella el amor le perló la piel. Le desvistió, él no se opuso. Ella miró un colmillo roto que le colgaba del cuello. "Somos almas gemelas". Lo llevó líquido al lecho. Quería su fuego dentro de ella. Él la detuvo, tenía que merecerla para yacer a su lado, limpiar su pecado con la sangre de un león. "Saldré y regresaré". La noche se lo tragó. Nunca volvió. -- Santiago Manuel de la Colina Adobe Certified Expert