Entradas

Mostrando entradas de enero, 2022

Nochebuena con pelos

--¡No me jodas, no me jodas, no me jodas!, ¡Jero viene!, ¡Eh, Jero viene al final!, joder, joder, joder, lo sabía.-- Mi sobrino Andrés nos avisó para que pusiéramos una silla más, a su lado, para Jero, que venía sorpresivamente a la cena de Nochebuena. --Andrés, Jero no se ha hecho el test, y quedamos en que todos nos lo haríamos, y no hemos avisado a mamá y no me parece bien-- María, en un tono circunspecto, aleccionando, advirtió a Andrés, y yo, que adopté la figura de mediador, resolví. --Cuando venga, que se lo haga, hay cinco test en la habitación del fondo, tan solo necesita media hora o menos--. --¡Síííííííííííí!--, gritó largamente Andrés. --Estás en todo tío-- María hizo un mohín de asco con los labios, arqueando las cejas y abriendo los ojos de forma desmedida. --En todo, dice--, murmuró de forma perceptible. Andrés miró su reloj de pulsera y yo recibí el pirmer reproche de María, mi sobrina, hermana de Andrés, a la que nunca lcaí bien. –- No puedes ser tan bueno, tío--

Cena de Navidad.

Imagen
Enciendo esa lampara del rincón, que casi nunca enciendo, para dar ambiente. Apago la luz principal, es un día especial y hay que darle un "toque" al salón-cocina-comedor-estudio y casi casi trastero. (Es lo que tiene vivir en una gran ciudad, que con 29 metros cuadrados te tienes que conformar). Una estancia, un minúsculo aseo y un dormitorio que más parecer un nicho. Hoy, por ser este día, me han dejado salir antes del trabajo, tampoco sé muy bien para qué, he comprado comida india, enciendo una vela, busco esa botella de vino que me regalaron hace unos meses en un restaurante chino, no sé muy bien si por error; habrá que brindar, hoy es un gran día, o eso dicen. Vivo solo es este minúsculo cubículo, en el noveno piso de una torre de las 12 que hay en este complejo de edificios, lleno de personas anónimas, desconocidas, grises, indiferentes, insignificantes al final y al cabo. Recaliento el táper del arroz con pollo (espero) con curry, descorcho la botella de vino y vierto

El espíritu de la Navidad dorada

23 de diciembre. 11:30 de la noche. Tri-tri, cantó el móvil. — ¡Vecino! ¿Todavía no te has dormido?— Marko, recostado junto a su mujer, no podía cerrar los ojos. Miró a la ventana, al cielo oscuro, buscando refugio. ¿A dónde volar?— ¿O te pesqué follando a tu mujer? A qué vecino tan libidinoso. —Intento dormir— dijo ahuecando la mano para no despertar a Karla. —Ay contigo, vecino. Siempre intentas. Espero que la cena de mañana quede a la altura, pues con ustedes nunca falta el detalle que lo estropea todo. Marko carraspeó, se imaginó a César en su jacuzzi, bebiendo cava y fumando sus apestosos puros. —Te prometo César, que no quedarás decepcionado y créeme, tu mujer estará encantada. Escuchó la risa ventajosa y podrida de su vecino. El olor de la burla era sulfúrico. —¡Oh, qué reto! Vale. Sorpréndeme. Duerme sin sudar, que has de haber hecho mucho empeño en superarte. Ja, ja. Apagó el aparato y le dio la espalda a Karla, en bendito sueño, inflándose a cada respiración c