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Mostrando entradas de febrero, 2023

Prólogo

La autovía transitadísima parte la nave en dos, es irreal, es como me dijeron.  Estoy aparcado en el andén, tengo la punta del pie en la línea blanca, escucho pasar los coches como enormes balas. He puesto el triángulo, las luces intermitentes y ahora  mido las distancias, hasta estar seguro de que me da tiempo a cruzar hasta la mediana. La parte de las máquinas está en el lado opuesto a donde he aparcado el coche. Me intimida el claxon del último camión, agudo cuando viene hacia mí y grave cuando se aleja. Me parece todo, el taller atravesado por la carretera y los dos matices del sonido del claxon, una alegoría al tiempo que ha pasado, como una reverberación fantasmagórica del pasado, que empuja, pero solo es un estertor melancólico. El ruido del claxon se disuelve y los coches cesan de transitar en este sentido, cruzo y llego a la mediana, me queda la otra mitad, y las ruinas se ven más próximas y el corazón se me sale del pecho. El río de coches vuelve a mi espalda y los que están

Retrofuturo

Ha pasado un minuto y ya siento cosquillas en la muñeca. El tiempo toca mi piel como si fuera un ser vivo. «Su café» me dice la chica que parece salida de Ghost in the Shell. Yo no he pedido nada. Ha de haber sido mamá. «Queridito, para tu vigésimo cumpleaños te regalo este relojico digital, muy mono. Es de Apple. Guayguach o algo guach». iWatch, le digo. Ella es de un siglo que ha muerto, pero es muy lista y sabe como convencerme. «Te lo doy con la condición de que aceptes que Gina te lea el futuro». Ya, ya… Ahí está mamá con ese rostro rosa, mirada azul, como de botones celestes. No confío, una nube negra ronda por sus cabellos enrulados. «Anda, querubín…» Cómo me choca que me diga eso. «Es un pequeño favor para ella, que tiene un nuevo cafelito muy bonico». ¿Bonico? Cutre, parece biónico. Todo es cobrizo por dentro y el mobiliario parece del siglo XIX, pero con esa pinta de mecanismos sofisticados que lo hace ver muy retrofuturista. «Ve al cafelito, te sientas y ella estará por allí

Dilema

Frente a la Biblioteca Marciana y la Columna de san Teodoro,la plaza inconmensurable con su complejo diseño geométrico de oscura piedra volcánica ,al cobijo del corredor de techo artesonado y suelo ajedrezado blanco y marrón,con cristaleras de medio punto y faroles de esferas blancas,un cartel, FLORIAN, ,escueto,con letras rojas perfiladas de negro.Gohete,Lord Byron,Marcel proust,charles Dikens entraron antes que yo,Marcos y sus enciclopédicas precisiones ...Se puso muy contento cuando supo que llegaría por la tarde,finalizada  su exposición,nos gusta sorprendernos,pero esta vez la sorpresa va a ser astronómica.Me siento muy arrepentida,como una niña a la que reprenden por su mal comportamiento y también furiosa conmigo misma, ¡cómo he podido hacerle esto!.Los camareros,con sus rutilantes chaquetas blancas zigzagueando entre las mesas nacaradas y los asientos de terciopelo rojo me parecen los  ratones clonados del laboratorio de Steiner. Aquí va a ser, en la sala Cinesa decorada con pi

tucitaaciegas.com

No sé qué coño estoy haciendo aquí. Tucitaaciegas.com. Vaya nombre más ridículo. Por evidente. Todavía estoy a tiempo de levantarme e irme. Pero ya me he pedido un cortado, ¡joder! ¿Por qué la web nos habrá citado en este sitio? ¿Será algo automático, un algoritmo o hay alguien que se encarga de emparejar a usuarios? Solo pedían un código postal y pocos datos más. ¿Será ella también de la zona? El camarero está tardando demasiado. ¿Y si me levanto haciendo como que hablo por teléfono y me voy? Ah, mierda. Ya viene el café. Soy gilipollas. Con lo bien que estábamos. ¿Qué estará haciendo Marisa ahora? Seguro que ya está con alguien. Seis meses han pasado ya. Con alguien del trabajo. Seguro. Sí es que era la tía perfecta. Y yo un gilipollas. Tenía que haberla llamado para pedirle perdón y decirle que nos diéramos otra oportunidad y contarle cómo pasó todo y que sepa que nunca he querido a nadie como a ella. Que me arrepiento. Que lo siento mucho. Que lo de la rubia fue algo que pasó. Sin

Eso es todo

Son las seis. Ya no puede tardar. Aquí estoy, sentada, en el que tantas veces ha sido lugar de tertulias y cafés, viendo un continuo entrar y salir de gente ruidosa, distraída. Nadie me ve. Otean el horizonte en busca de una mesa como el cazador que espera cobrar su pieza..Ahora sí. Me ven. Yo he tenido suerte. Ellos la buscan. El tipo con la bandera en la pulsera me mira, levanta las cejas, ladea la cabeza y me dirige una sonrisa forzada. Yo le devuelvo la sonrisa. Desiste. Ella tarda y el acoso continúa. ¡ Horror, ahora es un niño!. No me ve. No pregunta. Coge la silla y la arrastra apenas un metro. Me gustaría cogerle por el cuello y apretárselo. Para evitar escenas incómodas me limito a chasquear los dedos y lanzarle una mirada inequívoca, la suelta y echa a correr asustado. Ahí está. Son las seis y veinte. Aún hay tiempo. Ha engordado. Todavía conserva ese movimiento sensual de caderas. Yo he sido siempre más elegante. Tiene buen aspecto. Labios rojos, maquillaje discret

Presentes concertantes

Está a punto de entrar, está a punto de entrar. ¿Lo hago?, sí, ya he llegado hasta aquí, está casi todo hecho. El presente es concertante, el presente es concertante, el presente es concertante.  José, arañando por debajo su asiento de escay, espera bamboleante y encorvado en la cafetería del estudio de grabación, que está repleto de artistas convocados para el premio. Se siente sin embargo solo y está angustiado, siente que ha vivido esto otras veces. ¿Y si me voy?, ¿y si se lo digo y ocurre otra cosa? Igual no entra, igual hoy no viene, no lo recuerdo bien. Estoy por si acaso, estoy por si acaso, por si acaso. La luz es  otra, el moscardón no estaba, creo que no había moscardón. José reconoce el chirrido eléctrico de los tubos fluorescentes que parpadean, sonríe nervioso, se pone alerta, se endereza en la silla y mira la puerta, es la hora. Oye los pasos entre el murmullo, traga saliva y se levanta. Él entra. Lo aborda. -Oye, no te vayas, tranquilo, sé que quieres huir, no te muevas,

Derrotismo

Febrero de 1998 en una cafetería de Renteria, esperaba un hombre joven tomando un cortado a otra persona, sin levantar sospechas: (Iñaki) ->¿Donde se habrá metido el Koldo?¿le dije a las diez en punto y pasan diez minutos?, Entiendo que le hallan comido la cabeza los políticos, pero ahora más que nunca tenemos que darles cera, por el bien de Euskal Herria, por su soberanía, si se ponen tontos a mierda la paz, los volamos a todos como hicimos con Carrero, o con el iluso de Miguel Ángel que pedía que nos entregásemos, entregar una ostia!!, me llevarán con los pies por delante primero!. Esta mal que lo diga pero no siento nada cuando aprieto el gatillo, o pulso el botón, nadie es inocente del todo, aquellos que han muerto a mis manos sin duda lo merecian,son objetivos dejaron de ser personas y solo se puede hacer daño a los objetivos. Por la entrada aparece Koldo, alto, de ojos grises y tristes, y vestido con un abrigo negro y una bufanda roja. Echa una mirada a la cafetería en busca d

El café Le Chat.

En París, al otro lado del río Sena, a escasos metros de la torre Eiffel se encontraba la cafetería Le Chat. Edgar miraba ausente el fondo de la taza de café, envuelto en las caricias que el piano, el saxofón y el contrabajo de un pequeño grupo musical le brindaban aquella noche. Sonaba un jazz suave y melódico, instrumental, que se mecía entre la nostalgia y el encanto.   Debería haberle contado antes a Inés lo de la fibrosis quística. Entiendo que quisiera ayudarme, pero ¿acaso puede frenar una enfermedad terminal? Prefería que las cosas siguieran así, como siempre.  Y disfrutar el tiempo que nos quedara juntos. Hace un mes que no sé nada de ella. Entiendo cómo se puede sentir. Ojalá supiese si está bien, si no lo está. Si volverá, si no lo hará. Si aún me ama o si no quiere volver a saber de mí. Esta duda, después de todo lo que hemos pasado juntos, de tantos momentos. No sé si lo superaré o acabará conmigo. La maldita incertidumbre. Debería habérselo contado a

El gran bazar

Estoy en una tetería, sentado en una mini banqueta de madera, con su mesita a juego, también mini, en una pequeña terraza, bueno si se le puede llamar terraza, porque estoy a pie de calle, una calle estrecha repleta de tiendas, en la que puedes encontrar casi todo lo que imagines, con una intensidad de aromas que llegan a mi nariz impresionantes. Los aromas de la tienda de especias que hay enfrente, aromas a manzanilla, hinojo, regaliz y tantos otros que hace que mi pituitaria descubra olores increíbles y exóticos, con un ir y venir de gente de todo tipo, de vez en cuando el olor a humanidad me abofetea la cara, ¡qué asco! se ve que aquí el agua esta cara. Muevo mi té con la cucharilla, le doy un sorbo, ¡está ardiendo!, no entiendo como con este calor pueden tomar cosas tan calientes, le soplo y le doy otro sorbo, está bueno pero muy dulce. Mis pensamientos vuelven al momento de mi necedad o quizá estupidez, no lo puedo creer como he podido ser tan tonto, me ha dicho que volverí

La cabaña del bosque

La suerte les había favorecido a pesar de que familiares y amigos no apostaban porque funcionara. En medio del bosque estaba esa cabaña de madera atípica y ruda que una pareja atrevida la habían transformado en cafetería con la esperanza de que funcionara el negocio y pudieran comer de ella. Apartada a varios kilómetros de la civilización, de difícil acceso y solitaria entre árboles gigantescos era casi un reto citarse allí, pero, a la gente le gustaban los retos y las reservas eran numerosas. Recorrer por el monte los últimos tramos a pie con quince centímetros de nieve bajo las botas, lejos del mundanal ruido y donde solo se oye el cantar de los pájaros y el siseo del riachuelo enfoscado en su camino. Junto a la chimenea, en un rincón discreto, Elisa esperaba a Robert. Quizás no debería haberle citado aquí. Son tantas las cosas que han pasado entre nosotros, son tantos los recuerdos que me trae esta cafetería cuando era la cabaña de mi abuelo, que no se si ha sido buena idea. Aquí pa

¡Cómo quema el café!

Ufff, ¡cómo quema el café! Le he dicho a la camarera que, con la leche caliente, pero está ardiendo; bueno, al menos me ha alegrado la vista cuando se alejaba ¡vaya culo tiene, y cómo lo mueve! Está buena con ganas. Me ha puesto una carita sonriente en el café con leche, no sé si de café o canela, espero que sea canela, que me gusta más ¿Me habrá querido insinuar algo, o se lo pone a todos los clientes?Joder, la tía está buena con avaricia. Espero que no tarde, ¿cómo era?, ¿Alma?, ¿Alba? No recuerdo... Bueno, imagino que me dirá su nombre al presentarse. Esto de ser la primera vez me pone nervioso. Llevo dos años sin mojar el churro, y al final le he hecho caso a Anselmo; es un cabrón con suerte, al final será a él a quien asciendan. Si es que tiene un palique... es capaz de venderte arena en el desierto para que no te falte. Este servicio de putas por las mañanas no sabía ni que existía, no me hace mucha gracia. Nunca he ido de putas y no sé muy bien qué coño hago aquí, me cago en An