La puerta del infierno.

Nuestro vuelo salió con retraso a Islandia. Nos encontramos en la puerta de embarque.
Yo llegué puntual. Toni y Andrea no se hicieron esperar, pero Marcia llegó la última, crispándome los nervios.
Todos eramos aventureros, pero nunca antes habíamos ascendido un volcán.
Fue un viaje corto con turbulencias. Cuando llegamos nos comimos las empanadillas de Andrea con unas cervezas y a dormir.
A la mañana siguiente con todo el material en el coche de alquiler verde antracita nos dirigimos hacia Suðurland.
El Hekla se divisaba desde lejos, aunque la bruma de un tono rosa borraba su cumbre. Nadie durmió bien aquella noche. Las emociones estaban a flor de piel.
Al amanecer estábamos listos para comenzar la aventura. Tras las fuertes subidas llegaron las primeras grietas y hubo que saltar. Toni, que era el primero me dijo : Raúl no pierdas de vista a Marcia.
Después de tres horas estábamos en el cráter dormido. Nos abrazamos y Marcia me besó.
El aire era denso, pero estábamos felices. Y entonces Toni quiso ir a echar un vistazo. Esa idea no estaba en el plan. Su seguridad le hizo bajar rápido hasta que una piedra se movió bajo sus pies y cayó rodando. Andrea dio un grito de horror y empezó a llorar.
La agarré con fuerza. Desde la cumbre nevada ví un barco pequeño.




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