Nochebuena con pelos
--¡No me jodas, no me jodas, no me jodas!, ¡Jero viene!, ¡Eh, Jero viene al final!, joder, joder, joder, lo sabía.-- Mi sobrino Andrés nos avisó para que pusiéramos una silla más, a su lado, para Jero, que venía sorpresivamente a la cena de Nochebuena. --Andrés, Jero no se ha hecho el test, y quedamos en que todos nos lo haríamos, y no hemos avisado a mamá y no me parece bien-- María, en un tono circunspecto, aleccionando, advirtió a Andrés, y yo, que adopté la figura de mediador, resolví. --Cuando venga, que se lo haga, hay cinco test en la habitación del fondo, tan solo necesita media hora o menos--. --¡Síííííííííííí!--, gritó largamente Andrés. --Estás en todo tío-- María hizo un mohín de asco con los labios, arqueando las cejas y abriendo los ojos de forma desmedida. --En todo, dice--, murmuró de forma perceptible. Andrés miró su reloj de pulsera y yo recibí el pirmer reproche de María, mi sobrina, hermana de Andrés, a la que nunca lcaí bien. –- No puedes ser tan bueno, tío--...