Cíclope



Medias palabras, palabras a medias, pensamientos inconexos. Esos eran los restos de una orgía literaria a la que se había entregado Moma, la joven schnauzer. Atrapada por la ansiedad de saberse sola se había ensañado con los libros al alcance de sus afilados colmillos. "Últimos días en Viena", "diminuto cementerio", "hipnosis", "observar in fragantti",eran algunos fragmentos rescatados "La lengua absuelta" de Elías Canetti con cuya lectura yo combatía el sopor de las tardes otoñales."Gran hotel Europa" de Leonard Pfeijffer, eran sus víctimas. Páginas cuidadosamente diseccionadas habían quedado esparcidas por el suelo sembrándolo de un confeti bicolor: palabras en negro, rotas, sobre el blanco roto..
Para ella nada de castigos, nada de gritos. Solo Yo, el Hombre, soy culpable del descuido , de mi necedad.
Y así fue cómo la cámara, el Ojo, irrumpió en nuestro espacio. Allí donde antes reposaban los libros, quedó instalada su mirada indiscreta. Permanente. Impasible.
En nuestra ausencia el ojo vigilaba celosamente los movimientos de Moma ahora confinada en el interior de una jaula. La perra yacía resignada sabiéndose observada por aquella retina que chivaba, con servil obediencia, su inevitable quietud..
Con el tiempo el ojo se hizo costumbre. Se adueñó de nuestras vidas, se convirtió en invitado forzoso de nuestra mesa, fiscal de nuestras charlas, incómodo observador durante nuestros juegos amorosos.


Mañana de abril. La luz del amanecer se colaba entre las lamas de la persiana . .La mirada penetrante del cíclope me arrancó del letargo..Junto a él los trozos de papel mordisqueados durante el aquelarre canino volvían a leerse ordenados en aparente amenaza, como las piezas de un puzzle :, " últimos días" , " pequeño cementerio" . La fábula de Polifemo, enamorado de Galatea cobraba significado. Acis rival del cíclope, debía morir. Como en el poema éramos tres.. El tres: número eternamente impar, desequilibrado. Jugábamos en un tablero en el que solo cabíamos dos.
Suave amanecer. Mañana de abril. Cuando el despertador rompió el silencio noté su cuerpo frío junto al mío, de los labios entreabiertos colgaba un hilo de saliva y en sus ojos aún se dibujaba el miedo. Frente a mí, el ojo del cíclope abierto de par en par parecía reclamar el aplauso , Aparté la mirada y al depositarla de nuevo en él sentí que su párpado entornado me lanzaba un guiño lascivo. Recordé , entonces,que faltaba aquel pedazo de papel en el que se leía "hipnosis"

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