La nueva gama de coches pequeños



Soy Francisco Viñuela y llevo treinta años en la planta de producción de coches de Valencia. A ver, me explico otra vez, ayer la fábrica produjo el nuevo modelo. Yo hasta ahora estaba acostumbrado a cambiar la configuración de las máquinas y a montar nuevas piezas en el engranaje común para producir el nuevo coche, pero esta vez no ha sido así. A eso de la hora del cierre escuché unos gritos en la zona de montaje, todos los operarios estaban en el vestuario cambiándose para salir, como siempre hacen, así que me alarmé, encendí las luces de la nave de producción y lo vi, vi eso que le he dicho. De verdad que lo vi.

Lo sabemos, pero no entendemos que se sorprenda.

A ver, vi cómo de la parte trasera de un todo terreno salió el nuevo modelo, vi parir un coche de otro, lo vi. El todo terreno gritaba, el utilitario que salió lo hizo envuelto en grasa y su pequeño motor empezó a rugir, los intermitentes a funcionar y de pronto del resto de todos los todo terrenos de la nave, más de mil, empezaron a salir nuevos utilitarios.

Sí, es la nueva gama de coches pequeños. Han parido nuevos coches. ¿Cuál es el problema?

Francisco miraba atónito al psicólogo de la fábrica al que los del departamento de Cuidados Laborales le habían mandado. El psicólogo parecía blandear el bolígrafo agitándolo suavemente pero de forma constante cogido de la punta. – ¿Ve este bolígrafo?, parece que se curva, que es elástico, ¿verdad?, pero usted sabe que es un efecto óptico, que el bolígrafo es rígido y recto.

A ver, veo el bolígrafo y sé que es un efecto óptico, pero lo que le digo es otra cosa, ¿quiere decir que me lo inventé?, ¿que fue una alucinación?

El psicólogo sin dejar de blandear el bolígrafo agachó la cabeza. Hubo unos segundos de silencio. Francisco no sabía qué hacer con las manos. – Francisco, ¿qué hizo después de ver la génesis de la nueva producción?

– A ver, salí corriendo, asustadísimo, y el guardia de seguridad me retuvo, me tranquilizó con técnicas de respiración nasal alterna y después me llevaron a Cuidados Laborales, donde pasé la noche y ahora estoy aquí.

El psicólogo paró de mover el bolígrafo que quedó recto y rígido, se levantó de la silla, anduvo hasta la parte de atrás de donde estaba sentado Francisco, le puso las manos sobre los hombros y empezó a masajearlos diciendo en voz bajita – ¡ay Francisco, ay!, ¿qué vamos a hacer contigo?

Por la ventana de la sala Francisco pudo ver a varios de sus compañeros mirándolo con ojos compasivos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Escribir un relato kafkiano. Reunión del viernes 4 de marzo a las 19:00 horas por ZOOM.

Al río, no

Reto del relato vergonzoso