El sueño de despertar

Llevo toda la tarde llamándola y no me coge el teléfono, he tenido un mal día y necesito hablar con ella, empiezo a preocuparme, regreso a casa, me preparo una copa de vino, cada vez estoy más intranquila necesito una pausa a esta inquietud insoportable que se ha instalado en mi interior, masajeo mi pecho como si con ello pudiera borrar la sensación incapacitante que me embarga, el teléfono sigue mudo, tengo un presentimiento desagradable, la preocupación y la impotencia me atan con cuerdas invisibles que no me dejan pensar, me tumbo en mi cama a esperar, es grande y cómoda, observo mi copa cada vez más vacía, comienzo a relajarme, el tiempo pasa lento e inexorablemente oscurece.
De pronto, abro mis ojos, mi corazón galopa a toda velocidad, como si me quisiera alertar de un peligro inminente, estoy tumbada en mi pequeña cama, miro a mi alrededor, y tengo una extraña sensación de irrealidad, lo observo todo con atención, me encuentro rodeada de una neblina diáfana y tengo un terrible y angustioso malestar, mi dormitorio sigue como siempre, mi pequeño oso de peluche me observa desde la estantería, que extraño, recuerdo haberlo perdido, me siento angustiada, no quiero estar aquí, hay mucho dolor, siento la perdida en lo más profundo de mi ser, me ahogo, me levanto como impulsada por un resorte, deambulo por la casa, ligera como una pluma, una habitación tras otra son recorridas por mi sin ser casi consciente de ello, todas en silencio… vacías, ¿Qué estoy buscando? O ¿a quién?, sorprendida toco mi cara, estoy llorando, lágrimas sin llanto invaden mi rostro y caen como si pesaran sangre, porque estoy llorando?......... Oh!! Dios mío, ya lo recuerdo!, lo recuerdo!!... una pérdida insoportable, ella ya no está, se ha ido y me ha dejado sola, huérfana en un mundo oscuro, el dolor se vuelve mucho más intenso que antes como latigazos de una fusta hecha de recuerdos maravillosos, de otra época, de otra vida, si esto es una pesadilla quiero que termine…necesito despertar y que nada de esto sea cierto, pero mi dolor y angustia son tan reales, que no me permiten dudar de ellos, me encojo con fuerza, abrazándome a mí misma para darme el consuelo que no tengo, caigo al suelo, mi llanto es desgarrador pero silencioso, no puedo gritar, nadie puede oírme, ¡pero necesito gritar!, aunque tan solo puedo abrir la boca y exhalar un alarido agónico y mudo…estoy sola, cubro mi rostro con mis manos y caigo en la más profunda oscuridad.
Si, la pesadilla ha cesado y comienzo a despertar de ese mal sueño, lo sé, porque siento calidez en mi cuerpo y paz en mi alma, a través de mis ojos cerrados percibo luz. Es de día, abro mis ojos despacio, con calma, con cierto temor a lo que pueda encontrarme, observo con claridad mi dormitorio, estoy en mi pequeña cama junto a la pared, el dolor ha cesado y estoy a salvo.
Contemplo mi habitación en silencio, con nuevos ojos, el oso ha desaparecido, sabía que lo había perdido, la luz es extraña, como si no correspondiera a la hora en la que estamos, está amaneciendo, o eso creo, pero es una mañana con tonalidad de atardecer, me levanto suavemente de la cama, me siento feliz y esa sensación hace que me sienta ligera, fluida casi etérea, después del sufrimiento padecido no me extraña nada, me dirijo a la cocina, mis pies se deslizan sobre el suelo, necesito un café bien fuerte y con urgencia, cruzo el umbral y allí está ella, atareada en la comida, en mi mente resuena un gran grito de alegría…¡Mamá!.
Ella gira la cabeza y me sonríe con esa dulce y única sonrisa que solo ella tiene para mí.
Me dirijo a ella y la abrazo muy fuerte por detrás, dejando que siga con su labor, no quiero interrumpirla, la felicidad me embarga y mientras la abrazo solo puedo pensar que he tenido una horrible pesadilla, no le digo nada, no quiero preocuparla.
Salgo de casa y me dirijo escaleras abajo, hacia la calle, en el segundo rellano me encuentro con Carmen atareada en ponerle el arnés al pobre Pancho, total no hace falta, el viejo caniche no va a ir a ningún lado, lo sigue intentando, nada, misión imposible, ese perro no es normal, tan desproporcionado el pobre, quien lo diseñó no pensó en la proporción áurea, tiene un cuello para sujetar tres cabezas, la bola de pelo me ladra a modo de amenaza, ¿habrá leído mis pensamientos?, sonrío y sigo mi camino.
Ya en la calle paso frente a la frutería de Mateo que exhibe orgulloso las golosinas de la naturaleza, observo que está discutiendo con Puri… otra vez, a Mateo no le gusta nada que Puri espachurre su material tratando de elegir lo mejor, pasa por todas las cajas tratando de hacer zumo con todo lo que encuentra, melones y sandías son estrujados por ella con facilidad, como si fueran tomates maduros, no entiendo nada, sigo mi camino, mis pasos me llevan hasta la casa de mi querida amiga Sara, la espero pacientemente pero allí no hay nadie, la casa parece abandonada, me habré equivocado de sitio, vuelvo sobre mis pasos y llego al parque, es el de siempre y al mismo tiempo distinto, como un collage realizado de distintos lugares, busco a mis amigos, observo un grupo de gente en una esquina, que raro, aunque reconozco sus caras no logro identificarlos, me resultan extraños conocidos, y me embarga la inquietud.
De pronto, de nuevo en casa, me paro en la cocina, mi madre me saluda, se introduce en la lavadora y desaparece, se va a comprar supongo, vuelvo a estar sola, el día ha pasado volando, como una película pasada a gran velocidad, será que tengo la mente distraída.
Me dirijo a mi dormitorio y de pronto…me quedo atónita, totalmente paralizada en el umbral de la puerta, abrumada por la visión que tengo ante mí, ¿es mi cuerpo el que está tumbado sobre mi cama?, ¿cómo puede ser si estoy despierta?, me habría reído de no ser tan seria la cuestión, porque recuerdo perfectamente la pesadilla de anoche como un regusto amargo en mi boca, pero desperté…sé que desperté ¿qué es lo que ocurre?, ¿estoy en un viaje astral?, cada vez estoy más confundida y aunque no logro entenderlo creo ser consciente de lo que veo, puedo verme a mi misma con total claridad, y no sé discernir si estoy durmiendo o muerta, y lo curioso es que no me importa, de lo único que soy capaz es de observarme con curiosidad, como si mirara un espécimen extinto, esto es de locos, sobre todo cuando a cámara lenta mi realidad comienza a derretirse como un helado a pleno sol y mi mundo desaparece…otra vez.
Vuelvo a abrir mis ojos y aún confundida, veo que mi enorme cama está hecha un desastre, me he vuelto a pelear con ella. Mientras las nieblas de mi mente se disipan y el sopor va desapareciendo una angustiosa duda surge dentro de mí, un pensamiento…mamá, un sentimiento… preocupación, de inmediato, salto de la cama, mi cuerpo más lento en reaccionar que mi mente cae de golpe contra el suelo en un enorme enredo de mantas sin que nada pueda hacer. Mis rodillas arden, se que estoy despierta por el dolor punzante de la caída, pero eso no es lo importante ahora, cojo el teléfono como si la vida me fuera en ello, expectante espero sin aliento, suspendida en el tiempo, los tonos se van sucediendo uno tras otro, en la eternidad de unos segundos, hasta que una voz al otro lado del teléfono contesta, y mi mundo se ilumina, aliviada sonrío, —si mamá, estoy bien, en un rato voy a verte—.



Comentarios

  1. Tu relato más que un sueño me parece uno de esos miedos que todos sufrimos en algún momento . El miedo a la pérdida. Para ser un sueño tiene una estructura demasiado lógica, temporal y especialmente en casi toda su longitud.
    Me llama la atención la poca puntuación del texto. No sé si es involuntaria o simplemente una forma de hacer al lector que lo haga y entonces puedan nacer diferentes interpretaciones. Es original. Es un lugar común. Me reconozco

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    1. Gracias Eva por tu comentario, tu visión de mi escrito me ayuda a mejorar.

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