Sobre la indiferencia.

-Hazlo, estaremos todos.

-No, ya pasó, he cambiado de idea, no quiero ni pensarlo.

-¿Entonces vas a dejarlo correr otra vez?

-Sí, sigo pensando que la indiferencia es lo que más daño hace.

-Y una mierda, sabes que no es verdad, lo que más daño hace es una buena hostia en la cara o una patada en la espalda.

-No, no, así me pongo en su lugar, seré igual que ella.

-Mira, Dana es una perra hija de puta, no va a parar hasta que no hagas algo, no se va a cansar, y la tenemos que ver todos los putos días. Si no haces algo tú lo haremos nosotros.

-No, no hagáis nada, es un error, yo no os puedo parar pero si me queréis no hagáis nada, ya se me ocurrirá una manera no violenta de que ya no me haga más daño. Lo peor es que sé que mientras me joda a mí a vosotros no os toca, pero si por fin pasa de mí irá a por alguno de vosotros.

-Que venga, que venga. Le reviento el ocico, la destrozo.

-Joder, qué mierda, además del daño físico que me hace, logra que no paremos de hablar de ella, es como si tuviéramos una nube negra encima que no nos dejara ver el sol.

-Vale, tienes razón, en eso Dana no debe ganar, ¿qué hacemos?, van a pasar a por nosotros en una hora o así.

-¿Nos tumbamos y echamos la siesta?

El amigo bostezó, se estiró, dio unas vueltas sobre sí mismo y se tumbó haciendo un gesto para que el acosado durmiera con él, a su lado. Cerraron los ojos y en sueños se divirtieron y corrieron y el sol les calentaba. Sonó el timbre, se despertaron, pasó la hora de sueño y se dirigieron a la puerta para que su dueño les pusiera el collar y fueran entregados al paseador de perros. Allí estaban todos los otros, allí estaría Dana, que en el parque se tiraría a mordisquearlo y a hacerle daño, por que sí, sin más. Bolo, el perro agredido, empezó a oler en el rellano los culos de sus amigos a ver si de reojo diera con Dana, a la que aún no había visto. Entonces escuchó hablar a su dueño y al paseador de perros.

-Falta la perra esa grandota que lleva frito a mi Bolo, ¿ya no la traes?

-No, la atropelló un coche, un dramón, al parecer a la perra le pegaban en casa, así que se escapó en una que la puerta quedó abierta, se tiró a la carretera y un camión la aplastó.

Los ojos de bolo se abrillantaron y quedó quieto, todos sus compañeros empezaron a ladrar de alegría.


Toni Díaz

Comentarios

  1. Como siempre, el relato es sorprendente, no espera al final para serlo. Evidentemente es un diálogo donde se plantean sentimientos puramente humanos: el deseo de venganza frente a un espíritu tolerante, la dilación como expresión de la impotencia y una final liberador para lo que los personajes no han tenido que arriesgar. El FATUM ha venido a echarles una mano, la muerte. Es un relato de esperanza para aquellos ingenuos que creen que, antes o después , la vida y su aliada la muerte ,pone a cada uno en su sitio . No hay piedad. Todos somos víctimas y no por ello excusables.

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  2. Empieza el relato en un tono oscuro, casi te imaginas las voces en un cuarto cerrado, en un lugar en el que uno se pueden esconder para no ser escuchado. Desde luego, piensas en que se trata de personas. El enroque nos despista y nos reubica en otro espacio. Es interesante que sean esas mismas voces las que llevan el hilo sin una explicación anterior. De alguna forma, te sientes cómplice. Inevitablemente ya odias a Dana, que es una verdadera perra y te preguntas el porqué de su conducta. La narración te lleva a la tragedia. Podríamos estar contentos con el final, pero hay un ligero desgaje, el descubrimiento de Dana como víctima. El maltrato puede provocar respuestas exacerbadas provocando una reacción en cadena. Me ha gustado mucho. Gracias por compartir tu relato.

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