Desaparecido

La sala a la que accedí era oscura y fría. Al fondo, una luz tenue emergía de un candil de aceite y pude ver que en la pared desconchada había restos de sangre.

Era la primera vez que iba a interrogar a alguien y estaba algo nervioso.

La mujer entró en la sala acompañada del alguacil y tenía el pelo alborotado, las manos atadas. Era pequeña y delgada, y tenía una mirada esquiva. Llevaba una falda negra y se cubría con un manto, también negro. Pero, a pesar de la situación en la que se encontraba, sonreía lacónicamente y no mostraba ningún rasgo que hiciera pensar que estaba asustada o, peor aún, que tuviera miedo.

Le dije que se sentara en la única silla que quedaba en un rincón de la sala de interrogatorios.

Entonces, ocurrió algo extraño.

El alguacil le quitó las esposas y ella abrió su manto y extrajo unas tijeras atadas a su falda con una cuerda.

Nadie se había dado cuenta de que las escondía cuando la detuvieron.

La mujer se las entregó al alguacil mientras me miraba y sonreía con cinismo.

- Esto no me va a hacer falta aquí- dijo, mostrando sus manos vacías después.

- Siéntese- le contesté, algo aturdido por su actitud-

- Yo fui la que mató a Antonio Alba- me soltó a bocajarro- El vino a mi casa la otra noche e intentó abusar de mí. Solamente me defendí y tuve que matarlo.

- ¿Desde cuándo lo conocía?

- Era el criado de mi familia desde hacía años, hasta que un día mi marido lo echó porque él nos robaba dinero, ¿sabe? Son mala gente, toda la familia. Y no nos fiábamos de él ni de su mujer.

- Dice que lo mató, ¿qué hizo después con su cuerpo?

- Lo até con una cuerda y lo metí en un agujero que hay en mi sótano.

- ¿Lo hizo usted sola o la ayudó su marido?

- No, mi marido no estaba en la casa. Se había ido con mis hijos a casa de mi madre aquella tarde. Yo estaba sola ese día.

Ella sonreía cada vez más. Era evidente que mentía y que se estaba riendo de mí.

María José Hernández García




Comentarios

  1. Bien, me gusta... sobre todo me gusta porque es lo que se pidió en el ejercicio, una parte de una novela negra, no un relato. Es perfecto, y el personaje de la mujer muy inquietante. La descripción somera sin abundar en detalle y el uso del diálogo dan más profundidad y obliga al lector a implicarse, imaginándose no lo que no se describe.

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