Sin pena ni gloria

 

Justo era medianoche, llovía, los tres disparos que realicé fueron eclipsados por el retumbar de las campanadas de la catedral de la ciudad. El cuerpo del hijo de puta se desplomó con un golpe seco sobre los adoquines de la plaza cuando caía la última campanada, justo en el centro. Menuda estampa se iban a encontrar los del servicio de limpieza.

No es que no se lo mereciera, sobre todo después de la vuelta que el muy cabrón me había hecho dar persiguiéndolo por toda la ciudad, antes de llegar a donde acabamos. Su maldita adicción al juego, las drogas y las putas, con dos niños pequeños en casa y una mujer de la que abusaba; tenía en la frente una diana y un temporizador a la espalda. Casi de lo peor que te puedes encontrar en esta ciudad. Digo casi porque conozco esta ciudad y la mierda que la habita, entre los que me incluyo, aunque yo me encargo de eliminar a la chusma cuando se pasan de la raya. Si tienen suerte me ven venir y al menos saben que su partida se acaba, aunque lo normal es que dejen de jugar antes de darse cuenta.

Poco después me dirigí al club para dar la última noticia y cobrar por ello, el trabajo estaba hecho, otra semana más sin pena ni gloria.



Pablo 

Comentarios

  1. Muy bueno, es muy cinematográfico y es lo que se pidió en el ejercicio. ;)

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  2. Mi humilde opinión, es muy bueno, con pocas frases ya me sitúas en esa ciudad corrupta y asquerosa, de atmósfera negruzca y nocturna, donde casi todo lo que purula es basura o corre el peligro de convertirse en ello. Además sitúas al protagonista contar determinación que supera toda esa maldad y es capaz de hacerla añicos, me encantó.

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