Sombra Roja


Víctor despertó angustiado, víctima de una pesadilla. Estaba en un desierto a la orilla del mar, corriendo entre nómadas que huían de furiosos guerreros. Uno de ellos llegó a atravesarle con una lanza. El costado dolía. Notó que el brazo de la silla presionaba sus costillas. Se había dormido esperando que su ordenador terminara de procesar un vídeo.

El capitán y la sargento entraron a la sala de la Brigada Central de Investigación Tecnológica y se colocaron junto a él.

—¿Cómo va eso?— preguntó la sargento.

—Ya casi termina— contestó Víctor.

—¿De qué trata el vídeo? — interrogó el capitán.

—Sombra Roja nos envió un móvil con un dispositivo para realidad virtual. Grabé el recorrido que hice siguiendo a su avatar.

—¿Avatar?

—No es el asesinato real, capitán — aclaró la sargento. — Es una simulación digital de lo que realmente sucedió.

—Pero fue como haber estado ahí. Ya lo veréis— concluyó Víctor. —Mirad, está listo.

El vídeo comenzó con un hombre enmascarado llevando del brazo a una mujer por un sendero que les condujo a un claro de bosque. Allí encontraron un altar rodeado de personas encapuchadas que sostenían antorchas.

—Como le dije, capitán, se trata de un asesinato ritual —explicó la sargento. — Esperamos que su experiencia en este tipo de crímenes, nos ayude a atraparlo.

En la pantalla, Sombra Roja desnudó a la víctima y la recostó en el altar. En las esquinas de este había cuatro grilletes. Ella no ofreció resistencia cuando él le amarró de las extremidades.

—¿Ahora qué hace? — quiso saber el capitán, acercándose a la pantalla.

—¡Oh, no me jodan!— gritó la sargento al ver saltar sangre del pecho de la mujer cuando el homicida usó una motosierra para quebrantar el tórax y desplazar la carne a los costados. Después extrajo los órganos y los colocó en varias urnas.

—¿Ve estos símbolos, capitán? — le preguntó Víctor.

—Sí, pertenecen a ciertas leyendas nórdicas. ¿Qué le hace al tejido muscular expuesto?

—Escribe esto, capitán.— Víctor detuvo el vídeo y le alcanzó un papel.

—Vaya, son caracteres rúnicos.

—Como en los otros casos— apuntó la sargento.

—¿Qué suele… «escribir»?

—Palabras clave o el nombre de la siguiente víctima— contestó Víctor. —Una experta nos ha estado ayudando anteriormente con las traducciones y enviará esta última a mi móvil de un momento a otro.

El teléfono del capitán empezó a vibrar.

—Debo contestar. ¿Qué pasa? ¿Alguien viene de la Guardia Civil? ¿El caso de un monje asesinado a golpes en un atrio? Enterado. —Colgó y miró a la sargento. —¿Qué te parece Marisa? Otro delito ritual y necesitan mi opinión. Iré para allá. Me tendréis al tanto ¿de acuerdo?

Ambos asintieron. Víctor se recargó en el respaldo. La sargento hizo un gesto comprensivo.

—Gracias, Vic. ¿Qué es ese tintín?

—Ha llegado la traducción.

—¿Qué dice?

—Corazón, raíz, negro, sangre y… ¡Me cago en la leche! — exclamó.

—¿Qué?

— ¡Es el nombre del capitán!
--
Santiago Manuel de la Colina
Adobe Certified Expert

Comentarios

  1. Buenísimo, Neo Noir a tope y pura, sin descripciones que relentizan la lectura y no abundan en la trama, trama por cierto actual y que da pie a un montón de posibilidades pues hay dos mundos que investigar: el virtual y el real. Se queda uno con ganas de leer lo anterior y seguir leyendo lo posterior. Enhorabuena.

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