Mis ojos de niña

Hoy he salido a pasear como tantos otros días, paso a paso siguiendo mi ruta de siempre, el sol acariciándome la cara, este sol del atardecer de invierno, frio y helado que me hace recordar.

Hoy estoy melancólica hay días que no lo puedo evitar…o quizás no quiero evitarlo… cuando he visto el mar me ha evocado a los que ya no están.... imágenes de cuando yo era pequeña, dulces recuerdos….mi abuela fuerte como ella sola, que siempre me sacaba las castañas del fuego, por qué yo de pequeña era muy trasto, mi padre una persona muy especial en mi vida que siempre me comprendió y apoyo, mi madre que era mi renegona preferida y que siempre decía lo que pensaba, pesara a quien pesara, mi hermano compañero de Alma que se fue demasiado pronto…. Cada día falta más gente de la que hacía mi vida más bonita y la verdad es que se les echa mucho de menos.

Recuerdo momentos felices cuando mis ojos de niña veían un mundo mágico en cada esquina y rincón…mi padre diciendo- !subir al dos caballos que vamos a ver la playa! - la ilusión, el regocijo de toda la familia y todos nos poníamos en modo viaje, no lo tenía que repetir dos veces, todos los hermanos y la abuela subidos en el asiento trasero, esperando que llegarán mis padres para salir.

En el paseo no nos bajábamos en ningún momento, pero era especial, el sol, la playa, la compañía, las risas.

La salida: del paraje de los Vallejos, donde vivíamos, allí solo había dos casas la de mi abuela y la nuestra, situadas en pleno campo.

Destino: la playa de Santiago de la Ribera, para hacer un recorrido hasta la playa de la Puntilla y vuelta a casa.

Todos subidos en el coche por un camino lleno de baches disfrutando cada sacudida que nos acercaba a nuestro destino y al llegar, ver una carretera angosta al mismo borde de la playa, toda llena de palmeras, el molino Quintín con sus enormes aspas al viento, las Salinas de San Pedro con sus Montañas de sal que nos dejaban asombrados por su blancura, abríamos las ventanillas del coche pues por aquel entonces los coches no tenían aire acondicionado, el olor a sal y a mar, ese aroma, se quedó grabado a fuego en mi memoria, los gritos de los niños en la playa y las reprimendas de sus madres, el alboroto de gente feliz.

En nuestro dos caballos, color arena, viendo a la gente disfrutar en la playa y disfrutando nosotros de nuestro estupendo paseo…. Qué años aquellos tan felices.

Nuestros ojos de niño hacen que aquellos recuerdos sean tan especiales e inolvidables.

Deberíamos tener un botón para apretar de vez en cuando, y poder poner esa mirada de niño, para no perder nunca esa inocencia e ilusión.

Aunque yo creo que esforzándonos un poco y buscando mucho, mucho en nuestro interior podríamos encontrar esa mirada de niño que hace nuestra vida más feliz y bonita, porque aunque no nos demos cuenta siempre tenemos cosas buenas a nuestro alrededor, solo hay saber reconocerlas.

Ángeles Fernández

Comentarios

  1. Texto muy nostálgico, bien escrito, evoca sensaciones propias , reto conseguido,pero un poco corto de creatividad.

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