Pan y cir(i)co

Si estás leyendo esto, el espectáculo ha terminado para mí. Ya se ha bajado el telón del circo. Pero no estés triste. No dejes que la melancolía se extienda por tu rostro, aplastando todo gesto de felicidad. Mi muerte es sólo una noche que cae. Recuerda que, incluso en el cielo más negro, hay estrellas. Tal vez ni siquiera sepas quién soy. Pues soy Globito, el payaso enano del Circo Alegría. He escrito este panegírico, a petición de mi amigo el mago Mandroky, para hablar de mis virtudes. Me ha confesado que  a él no se le ocurre ningún truco para resolver un discurso elegíaco. Ay, lo siento, pero lo serio no se me da ni tampoco creo ser tan virtuoso. Lo bueno que puedo decir de mí es que le di cobijo a la risa; ese elocuente gesto que, de vez en cuando, se enfrenta a la ira y la tristeza. Desde muy joven me propuse cultivar la alegría e inventé este circo ambulante en el que has entrado. Aquí encontrarás gente cuya sonrisa parece abrir al mundo un mañana luminoso. Lo sé, lo sé, mis compañeros me echarán de menos, y yo también a ellos, pero seguirán adelante. Su gozo es valiente.

Les he pedido que entreguen esta hoja al primer espectador que se presente al circo el día de hoy. ¿Te lo han dado verdad? Pasa al centro de la pista donde está mi... bueno, mi ataúd suena demasiado riguroso, es algo más informal. ¿No se parece más a una maleta de viaje? No está hecho de madera sino de cartón y cuero, y su estilo retro le da ese toque nostálgico de las historias en color sepia. Aunque no es muy grande, créeme, hay espacio de sobra para mí y las millones de risas con las que quiero viajar al otro mundo. Te darás cuenta de que tiene un montón de pegatinas con las caritas amarillas de emoticonos felices. A medida que vaya llegando la gente, verás que os darán globos, serpentinas, matasuegras y confeti. Leerás este papel y el mago Mandroky lo consumirá en un pestañeo. Después, a todos los espectadores os pasarán un folleto con chistes y bromas para que os los contéis unos a otros. Hoy no es momento de llorar. Al contrario, reíd, bailad y cantad con alegría, porque la risa es el pan del alma. Mi querido público sonriente, de vosotros quiero llevarme, hasta el infinito, la fragancia de vuestra felicidad y la suavidad de esa sonrisa bien tensada. Así, inundados mis ojos de tanta carcajada, podré bañar mi rostro con el agua ligera de la dicha; porque no hay mejor remedio para este mundo tortuoso que la alegría. Al fin y al cabo, la risa es el último recurso de la esperanza.




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Santiago Manuel de la Colina

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