Mejor sin familiaridad

En el despacho, el ruido sordo del recreo en el colegio vecino llegaba amortiguado por la ventana de doble vidrio hermético. Gaviotas graznando sobre un vertedero lejano.

Detective y director se miraban a los ojos en un silencio empático. El detective Francisco dio dos pasos atrás y abrió la ventana y pareciera que las gaviotas entraran, miró el reloj, sonó la sirena del fin del recreo y el ruido se fue diluyendo por el sumidero de las aulas y se hizo el silencio.

Don Rubén, el director del colegio, se miró los pies con las manos entrelazadas en la espalda, se puso de puntillas y al volver a poner lo talones en el suelo se balanceó levemente y alzó la cabeza mirando a los ojos al detective: pues parece que he sido yo, pero no he sido yo.

Así es, dijo el detective, todo apunta a que fue usted, no he podido encontrar a otro culpable y ya es tarde, la policía está en camino.

Entonces he de preocuparme, ¿no?, aunque no haya sido. Es mentira que la verdad siempre se abra paso.

Si yo la busco, señor director, sí.

Entonces cree que he sido yo, ¿verdad?

Todo apunta a usted, parece que demasiado, es prueba sobre prueba.

¿No hay forma entonces?

Bueno, he hablado con su hijo, el que me dijo que estaba fuera.

El director abrió los ojos paralizado como un chihuahua en alerta.

Dejémonos ya de juegos, la verdad es que me contrató para cerciorarse de que hizo bien su trabajo. Pues yo he hecho bien el mío, escuche, hay un punto débil en el plan, pero ya lo he borrado.

El director miró enternecido al detective.

La policía está aquí, interrumpió la secretaria.

Es mejor que salga y se entregue Don Rubén, no hay otra, tranquilo, es culpable.

Gracias Paco, ¿le puedo llamar Paco?

Mejor detective Francisco, no muestre familiaridad conmigo.

 

Toni Díaz

Comentarios

Entradas populares de este blog

Escribir un relato kafkiano. Reunión del viernes 4 de marzo a las 19:00 horas por ZOOM.

Al río, no

Reto del relato vergonzoso