El balcón


El tío Toribio tomaba el sol en su balcón aquella mañana, una pequeña sonrisa asomaba por la comisura de sus labios, muy cerca de allí se oía llorar desconsolado a un niño. El tío Toribio con curiosidad, se levantó lentamente apoyándose en su fantástico bastón, ese que le había comprado su hijo, le servía para todo, desde apoyarse para caminar, hasta abrir un armario que le era inalcanzable, un inventazo como decía él.  Asomó su blanca cabeza, para ver al niño que se encontraba en el balcón contiguo y lo vio en un mar de lágrimas, miraba su juguete totalmente destrozado. 
 
-¿Qué te pasa Pablo?- le preguntó el tío Toribio, el niño levanto su cabecita y  mostrando una carita compungida dijo:
- Está destrozado- y arranco con un llanto todavía más desgarrador, cuando de nuevo consiguió articular palabras le dijo: –anoche estuve jugando con él y estaba perfecto ¿verdad mama? - la madre asintió - ¿usted también me oyó verdad tío Toribio?- El anciano asintió, rememorando ese
fantástico momento -y ahora mírelo ¡está destrozado!- Y se arrancó otra vez a  llorar. 
 
Hacia una semana en el cumpleaños del niño, su tío le trajo un regalo y cuando lo abrió, la ilusión al verlo fue increíble, grito como un loco llamando a su madre para que lo viera. Su madre al ver el juguete miro a su hermano con una mirada fulminante y asesina, en ese momento recordó que la semana anterior había tenido una fuerte trifulca con él, y pensó cuanta razón tiene el dicho "la venganza es un plato que se sirve frio". Desde entonces el niño no tenía ojos para otro juguete, y siempre que podía lo sacaba al balcón se preparaba como si fuera un profesional y empezaba a tocar su magnífica batería para deleite de todas personas de su alrededor.


Su madre miraba a su hijo con pena, pero a la vez aliviada ese juguete maldito la estaba volviendo loca, había estado a punto un par de veces de tirarlo por el balcón, pero siempre había alguien que pasaba o estaba mirando. 
 
Los vecinos ya se habían quejado muchas veces, pero ella era incapaz de quitarle la batería a su niño. La tarde anterior el niño disfruto como nunca con la batería y volvió loco a todo
el vecindario, varios vecinos fueron a decirle a ella, que aquello era inaguantable y que tenía que tomar medidas. 
 
El señor Toribio era el que más se quejaba, claro él estaba en primera fila, y estaba un poco harto. Pero aquel día, el niño se olvidó de guardar su fantástica batería en casa. La batería se quedó en la terraza…………….y al día siguiente cuando fue a buscarla estaba destrozada. El niño se preguntaba cómo había podido suceder aquel horrible suceso, si a todo el mundo le encantaba como tocaba y sobre todo nadie podía entrar a ese balcón……y entonces, le vino una idea a su cabecita, el niño miro a su madre y al señor Toribio y muy serio y les dijo: 
 
–mama ya se lo que ha pasado- a su madre al señor Toribio les recorrió un sudor frio por la espalda.
- anoche cuando estaba durmiendo oí un ruido enorme, ese ruido era un rayo que le cayó a mi batería. La madre y el señor Toribio con cara de estupor asintieron aliviados.


Ángeles Fernández



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