No he sido yo


- Yo no he sido agente.

- Fuiste tú, contestó Ricardo.

- Te lo he dicho mil veces, no fui yo, me lo encontré así.

El inspector de policía Santiago Pérez que estaba sentado tras la mesa de su despacho miró a los dos hombres que entraban atropelladamente discutiendo y custodiados por el agente Ramírez. - Gracias agente. Sentaros los dos y explicarme qué ha pasado. Vamos, vamos.-

- ¡Antonio ha matado a un hombre! Está su cadáver en el bosque, yo le vi al lado suyo y allí no había más personas.

- No he sido yo Ricardo. Sólo estaba buscando setas cuando vi un zapato que asomaba entre los matorrales. Me acerqué y...¡Qué horror! Salí espantado. Luego oí ruido, como de unas hojas moverse y grité ¡Socorro! Nadie me escuchó. Volví de nuevo hacia el cadáver, me agaché y vi que tenía un tiro en la sien. Después llegaste tú. ¿ Por qué habría de matarlo yo? ¿Podría haber sido un suicidio, no?

- No, Antonio, yo le conocía y sé que jamás se suicidaría.

- Pues a mi no me cargues el muerto que yo no he matado a nadie. Además, no le había visto en mi vida.

El inspector mirándolos detenidamente les preguntó: - ¿Vosotros tenéis armas en casa? Se ha encontrado un arma al lado del cadáver. Una pistola del calibre 22.-

- Yo no tengo armas inspector, pero aquí Rodrigo sí tiene una pistola.

- Es de mi padre, Antonio, y yo jamás toco sus cosas.

- Y no dices que le conocías? ¿De qué le conocías?

- Tuvimos negocios hace mucho tiempo, pero le perdí la pista hace años.

- Rodrigo, a ver si lo ha matado tu padre por algunos de tus "negocios" de esos de antaño.

- Pero, qué dices? Mi padre no sabía nada de mis trapicheos.

- Mira, esto es muy sospechoso. Tu dices que lo he matado yo porque me viste al lado del muerto pero... ¡Yo no he sido! ¿Y tú qué hacías allí cerca del escenario del crimen, eh?

- Estaba buscando nidos.

¿Buscando nidos a tu edad? ¿Quién se puede creer eso? ¡Embustero! Si ya me decía mi madre que no me juntara contigo, que no eres de fiar.

Santiago Pérez se levantó de su silla y rodeando la mesa, dio un fuerte puñetazo encima, exclamando: ¡Callaos los dos! No necesito más explicaciones.

No ha sido un suicidio. Es un asesinato y ya sé quién es el asesino. ¿Quién se declara culpable?

Mari Carmen Olmos


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