el yin y el yang

EL YIN Y EL YANG 

Mi vida es particular, cada buen momento ha venido acompañado de uno malo, como el Yin y el Yang, por eso siempre he preferido que no pasara nada, mi vida ha sido como un paseo por la playa, sin altibajos, ya me encargaba yo, de que fuera así, por mi propio bien. 

Mi profesión de escritor era ideal para eso, estaba en mi pueblo, mi casa, mi mundo, donde solo dejaba entrar a quien yo quería y de la manera que yo quería. 

Pero mi amigo Jon, me la jugo aquel día que me pregunto cómo llevaba la novela, y yo tonto de mí le dije que ya la tenía lista. Me rogo por activa y por pasiva, que se la pasara, para que le echara un vistazo decía, yo como un imbécil se la pase y ¡en que embolado me ha metido!

Aquel día, cuando me dijo que tenía una sorpresa para mí, pensé que había preparado una escapada, como las que solemos hacer para ver museos, pero no, ¡yo lo matooooo¡ 

Cuando me dijo que había mandado la novela a los premios planeta y que había quedado entre las tres primeras, por poco lo tiro por el balcón. Pero que vamos a hacer……ya con la edad que tiene, matarlo es un desperdicio, así que aquí estoy sentado en esta butaca esperando el veredicto. 

El yin lo tengo claro, la nominación al premio, pero estoy esperando el yang, estoy rezando para que no sea muy malo, quizás haya pasado ya. 

Porque cuando llegué a la gala, ya tropecé en un escalón, ¡con tan mala suerte que caí de boca y por poco me dejo los dientes! Se armó un revuelo impresionante, los de seguridad me recogieron del suelo, me llevaron a la zona de enfermería, ¡un jaleo de la leche que monte!

Una vez repuesto, me dirigí a la gala y no sé cómo, ni de qué manera, ni por donde, ¡apareció una avispa y en toda la nariz me pico!, otra vez a enfermería mi nariz parecía una cosa mala, los enfermeros me miraban asombrados comentando la mala suerte que tenía. ¡Quizás fuera el yang, ojalá!

Ahora estoy aquí sentadito, en mi butaca preferente de los que somos finalistas del premio y estoy rezando para no ser el ganador, por lo que pueda pasar.

O pensándolo bien, ¡si quiero ser el ganador, pase lo que pase!

Ya estoy divagando, de pronto siento un codazo y luego otro, Jon me dice que he ganado, que si no lo he oído, me recorre un sudor frio por la espalda y pongo cara de incredulidad 

Me levanto y empiezo a caminar lentamente hacia el escenario, subo las escaleras, no he tropezado ¡biennn!. Cojo el premio, doy las gracias a la familia amigos y demás y me voy del escenario con cuidado, por lo que pueda pasar, pero con tan mala suerte que al bajar los escalones resbalo y el premio sale volando, yendo a parar a en cierta parte comprometida del presentador, cayendo este automáticamente al suelo muerto de dolor y escuchándose un oooo colectivo de estupor y unas risas contenidas por toda la sala, le pido discuspas al pobre hombre retorcido de dolor, me apresuro a recoger mi premio un poco maltrecho y salgo corriendo como alma que lleva el diablo, muerto de la vergüenza. 

Lo que no me pase a mí no le pasa a nadie.

ANGELES FERNANDEZ 

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