Papel brillante


— En realidad el futuro es de los muertos —. Creo que he pensado en voz alta, que he dicho en realidad el futuro es de los muertos, por que los que están a mi lado en la fila me han mirado extrañados. El futuro es de los muertos porque cuando se muere por fin se es del todo, no se va siendo, y ese todo tiene futuro mientras las partes se desvanecen. He de escribir todo esto cuando llegue a la celda. Ya estoy delante de la comida.

Mi madre es unos labios rojos en una fotografía; es extraño, pero teniéndola cerca, toda ella era de un débil color pastel, pero cuando una cámara captaba su imagen parecía otra, como si fuera un ser independiente, lleno de tonos vivos con una boca carmesí. Creo que huía a los papeles fotográficos brillantes para ser feliz, allí su imagen quedaba grabada y ella era otra, unos labios rojos.

Entra mi compañero de celda, huele a sudor y por las noches llora.

Mi padre no tiene futuro, está vivo, aún no tiene futuro. He de volver con el texto, he de entregarlo el martes, a mi padre, para que se lo de a la revista y se publique la exclusiva, pero estoy enredado con los labios rojos de mi madre, y el olor a cebolla marinada en amoniaco de mi compañero me saca de mi yo escritor.

— ¿Sigues enfrascado en esa mierda?, llevas dos días delante del folio y solo has escrito lo de los labios rojos de tu madre. —Miro a mi compañero de abajo a arriba, sonriendo, con una sonrisa complaciente, me gustaría decirle que se duchara, o que no se acercara tanto, pero es tontería, toda la celda huele a él y la ducha no puede con sus feromonas neolíticas. —¿Por qué no entras al trapo?, cuenta lo de sus amantes, lo de la drogadicción, los abusos de los directores, ya sabes, todo lo que me has contado ya.

No le contesto y giro la vista hacia el papel, él se queda a mi lado unos segundos, me pone la manaza en el hombro, me lo aprieta y luego me suelta y sale de la celda. Ojalá tuviera futuro. Pero mi madre, mi madre, he de contar lo de mi madre. Podría empezar escribiendo que yo maté al cirujano que operó fatalmente a mi madre, pero los labios rojos vuelven y me quedo en ellos.

Toni Díaz


Comentarios

  1. Me gusta. Es un poco angustioso, porque se aprecia el desasosiego emocional o psíquico del protagonista. Me gusta el uso del color y las tonalidades como metáfora de lo que siente, de su opinión sobre la madre y su vida (en persona, en color pastel; en foto, con colores vivos, especialmente los labios). Me gusta la complejidad emocional que se adivina.

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  2. Siempre es difícil escribir desde la voz propia. Tu lo haces con gran eficacia. Desde el principio generas inquietud . ¡ algo va a pasar!!..y pasa.
    La historia es un globo que se va hinchando, y se hincha y se hincha.. y al explotar nos da en la cara.
    Me gusta., incluso, mucho

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