Miradas

 1.
Le miro a los ojos descaradamente, sin desviar un ápice la mirada. No quiero mostrar vulnerabilidad, tampoco es que me importe mucho su opinión, pero no no quiero achantar; dibujo una casi imperceptible sonrisa en mi tez, algo entre estar pensando para mis adentros algo agradable y una mueca sardónica. Callo, no hablo, dejo pasar el tiempo, le veo inquietarse, ponerse nervioso, jugar con sus manos, incluso podría afirmar que le oigo atragantarse con su saliva.
- ¿Y bien? - le digo, con una firmeza de un puñal de diamante.
- Pues... ejem, nada, la verdad es que nada.
Vuelvo a mi, me sonrío por dentro sin cambiar mi gesto. Le sigo escudriñando con la mirada, directa, sin titubeos, una mirada limpia y fría, como agua de manantial en invierno.
Parece que hace el gesto de irse, duda, vuelve a mirar el suelo, se gira y se va.

2.
Le mira a los ojos, de una manera que nunca había visto hacer, sin pestañear casi, me siento incómodo al verlo, Está de pie frente a él, como medusa, poderosa e inflexible, él petrificado no se atreve a temblar siquiera. El silencio llena la estancia, el aire es tan denso, que detiene el tiempo. Si me preguntaran por cuanto tiempo ha pasado, lo tendría que contar por eternidades.
-¿Y bien?- le oigo preguntar, como bisturí de cirujano.
- Pues... ejem, nada la verdad es que nada. - contestó él, totalmente derrotado.
Sólo veo los escombros de un hombre destruido, aniquilado.
Sin fuerzas ya para recoger los pocos pedazos que quedan de él y marcharse.
¡Ah, pues no! lo veo que se gira y mirando al suelo se marcha.

3.
Se miran, mientras un extraño personaje observa la escena, como quien mira la televisión sin interés.
Ella parece una mujer fuerte y decidida, frente a ella, un gran hombrecillo venido a menos.
El gratuito espectador, un viejo hombre que parece haberlo visto todo en este mundo.
Ella no aparta su inquisidora mirada del gran hombrecillo, que no se atreve a devolverle la mirada.
Parece que intercambian leves frases que no dicen nada y lo sentencian todo.
Él se marcha, arrastrando los pies y mirándose en el suelo.
Ella sonríe.
El espectador vuelve a su lectura.

Tiago.


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