Sabemos que está ahí

Oh, vamos, sabemos que está aquí. No puede seguir huyendo.

Te he dicho que vino a comer y se marchó. ¿Es que no me has oído?

Ah, claro. Vino por las croquetas, ¿no? Se cruzó la provincia solo para comer. Deben de estar muy ricas, entonces. ¿Cuáles me recomiendas? ¿Las de jamón? ¿Son esas las que vino buscando?

No me acuerdo exactamente. No tengo tan buena memoria.

Pues yo la ejercitaría, si fuera tú. Hay veces en que la memoria importa mucho. Como cuando alguien se acordó de enseñarme esa fotografía. O cuando él se olvidó de borrar sus movimientos bancarios. Ya solo quedaba un rastro débil, pero aún pudimos seguirlo. No somos tan idiotas como se cree. ¿Me entiendes?

No. Ni te estoy haciendo mucho caso, la verdad.

Pues deberías, deberías. No me gustaría tener que llenar de rojo este sitio. Y no hablo de la salsa de tomate, que seguro que también está buenísima.

Mira… no sé con quién te crees que estás hablando. Yo no trabajo para ti, soy independiente, y eso no va a cambiar, menos aún si vienes a hablarme de esta forma. Te he dicho lo que sé y no puedo perder más tiempo. ¿Vas a querer esas croquetas o no?

Venga, ponme una ración. Igual tengo que venir más por aquí… demostrarte que podemos ser mejores amigos…


Gabriel Romero de Ávila.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Escribir un relato kafkiano. Reunión del viernes 4 de marzo a las 19:00 horas por ZOOM.

Al río, no

Reto del relato vergonzoso