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Mostrando entradas de marzo, 2024

El flequillo

EL FLEQUILLO (1 Persona) Desde que la vi entrar en el salón ya sabía que me daría problemas, es algo que intuyo muy a menudo. Debería estar contenta porque esta "señora de alto rango" se ha dignado a pisar mi peluquería por primera vez, pero en realidad no me hace gracia que tuviese que buscar un hueco inexistente para atenderla cuando me pidió cita, como favor. Su estilista de toda la vida no la podía arreglar. Con las exigencias de que fuese yo personalmente quien la atendiera (no le valía nadie de mi equipo) 20 minutos de retraso con esta nueva clienta sólo en el lava-cabezas. No paraba de gruñir, quejarse y hablar por bajines. ¡Qué paciencia hay que tener! Fue llegar al flequillo de cuatro pelos. Ya no quedaba lugar donde ponerlo que a la señora le gustara y después de media hora, con los nervios de punta, viendo que se me amontonaba el trabajo y no salía de ahí... le di el peine y le dije: "Hazlo como tu dices que te gus

El olor de la sorpresa

Hace más de veinte minutos que la espero, aún estoy a tiempo de arrepentirme y no contarle mi secreto. Noto en mi garganta cómo aprietan los dedos de la culpa. Ahí está, la veo entrar, sigo siendo más atractiva que ella,sí, quizás sus caderas más redondeadas, pero yo las muevo mejor. Arrimo la silla para estar más cerca de ella, lanzo un suspiro profundo, entorno los ojos y no me lo pienso.No puedo más,le digo, me astragan sus ronquidos sentado junto a mí en el sofá, su olor a cansancio, ya no me río con sus burdos chistes, no soporto la idea de envejecer junto a él. Lo dejo. He descubierto otra forma de vivir, me he vuelto a ilusionar. Yo, al revés que la diosa de la Justicia me he arrancado la venda de los ojos, la justicia la quiero para mí, merezco otra cosa, vuelvo a sentirme viva, fresca, optimista. Le he pedido que viniera, no le he dicho que estaría contigo. Quiero que lo conozcas. Estás muy callada, ¿qué piensas?... si lo supieras me soltarías la mano...,necia, no me mirarías

Un cafecito, por favor

La aurora es voraz, a dejado a la noche como un pálido recuerdo y veo el mar desde esta mesa, y creo que el horizonte es como un lienzo de seda, pero es mejor la sonrisa de Elsa y su disturbante gesto de amor y huelo que desde la cocina del chiringuito se guisa una tortilla y le digo a la chica que está a mi lado que me traiga un cafecito, pero Elisa no quiere, ella no bebe café, entonces me trae una taza de porcelana china, que tiene dibujos de unos dragones y así de caliente está el café y desde la playa me mira Monse, mi hija pequeña, qué bonita es y Eunice tiene un gesto raro, se parece a mi madre y no está tan vieja como esperaba y ella quiere café y le pido a la muchacha del chiringuito que me traiga más café ¿quieres una tortilla o una tostada? Le pregunto a esa que parece haber perdido su gesto maternal y ya no sé si es ella, dormida en su pasado, estrellada en su foto antigua, como una explosión de tonalidades sepia y la chica me jalonea el brazo y dice ¿Es que no