El olor de la sorpresa

Hace más de veinte minutos que la espero, aún estoy a tiempo de arrepentirme y no contarle mi secreto. Noto en mi garganta cómo aprietan los dedos de la culpa. Ahí está, la veo entrar, sigo siendo más atractiva que ella,sí, quizás sus caderas más redondeadas, pero yo las muevo mejor. Arrimo la silla para estar más cerca de ella, lanzo un suspiro profundo, entorno los ojos y no me lo pienso.No puedo más,le digo, me astragan sus ronquidos sentado junto a mí en el sofá, su olor a cansancio, ya no me río con sus burdos chistes, no soporto la idea de envejecer junto a él. Lo dejo. He descubierto otra forma de vivir, me he vuelto a ilusionar. Yo, al revés que la diosa de la Justicia me he arrancado la venda de los ojos, la justicia la quiero para mí, merezco otra cosa, vuelvo a sentirme viva, fresca, optimista. Le he pedido que viniera, no le he dicho que estaría contigo. Quiero que lo conozcas.


Estás muy callada, ¿qué piensas?... si lo supieras me soltarías la mano...,necia, no me mirarías implorando mi aprobación. Siempre has envidiado mi felicidad, me decías que no encontrabas complicidad, pero buscabas el guiño de otro, de otros y hoy me dices que te vas, que ya no soportas las tediosas tardes de domingo ni las noches sin sexo. Que por fin sabes a qué saben los besos sedientos. Te cansarás. Olvidas que cuando vives, a veces, hueles a tristeza, que cuando vives,a veces, queda una mancha de grasa en la barbilla que tú limpias . Y te duermes en el sofá y ya no quieres sexo, quizás el viernes, le dices. No me preguntes. Podrías llevarte una sorpresa.


La puerta de la cafetería es un abrir y cerrar constantes. El aroma a café embriaga la estancia. Al fondo en la penumbra de un rincón dos mujeres hablan tan de cerca que casi se rozan. El hombre que entra lleva el frío pegado al cuerpo, el cuello del abrigo subido, se sopla las manos entrelazadas , les echa el aire caliente con el que esa noche la envolverá a ella entre las sábanas. Se va a separar,le ha dicho. Ya no aguanta su gesto aburrido, sus tristes silencios mientras cenan ni sus cabeceos frente al televisor. Esa noche no estará, no le espera ,un viaje rápido, le ha dicho. Las gotas que ha puesto en su piel, las que reserva para esos otros encuentros lo han delatado.La corriente fría que se ha colado al entrar ha empujado el perfume hasta su mesa, la de ellas. Tres miradas se encuentran. Solo una sonríe. Solo una se estremece .El hombre palidece.
Paco es él no mi marido no es él.


Eva M-B

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