Yo,tú, él

Yo


Temo no coincidir con él, tengo controlado el tiempo que me llevan los rituales de arreglo y desayuno aunque hoy me he entretenido con el pelo, voy llegando, ya lo veo, comienzo a percibir esa sordera particular que hace que toda mi atención quede reducida y focalizada en mis ojos, con él en la parada todo deja de tener sonido, volumen e importancia, todo se desvitaliza menos él y yo, siento mi corazón latir desbocado, me invade esa alegría loca al subir al autobús que nos va a llevar juntos a destinos diferentes, pero que por unos minutos hará que ocupemos el mismo espacio y con suerte nos rocemos, hoy me siento valiente, indómita, será por mi pelo, llevo un año de encuentros casi, compartimos ese imán que nos hace pegarnos en el pasillo del autobús hasta conseguir que los nudillos se rocen y hacemos así el trayecto, un centímetro cuadrado de contacto que invade de emoción nuestros cuerpos, y hoy lo vivo como un vértigo que me empuja a pasar a otra cosa estoy rebelde y al bajarme me atrevo y le digo ¿te gusta mi flequillo?





Piensas que se demora más que otros días, en ocasiones te preguntas qué harías si dejara de venir a coger el autobús, no quieres pensarlo, la ves, linda a rabiar aunque hay cambios en su cabello, sabrá ella que el corazón te brinca en el pecho cuando aparece y aunque siempre la esperas, sabes el efecto que va a producir en tu cabeza, en tu cuerpo, en tu boca que enmudecerá, la angustia te silencia aunque la cabeza te vaya a cien repasando todas las posibilidades de conversación y al cabo se te contienen en la indeterminación y dócil te sitúas en ese ceremonial de juntar vuestras manos uno junto al otro, soldarlas y para entonces ya sabes que eso es lo que deseas, unos centímetros de su piel que te dan la dimensión del total de su cuerpo, te quema la pequeña parte que contacta contigo, tiemblas, te obliga a proyectar todas las noches la estrategia de cómo abordarla con la palabra para romper ese ya enojoso silencio y súbito vuelve el rostro hacia ti y yéndose te dice me he cortado el flequillo, te gusta?...estas descolocado.


Él





Esperando el autobús que le conectará con el metro nota cansancio, la rutina del viaje la alivia con la observación de las personas que comparten parada y autobús, posee una tendencia escópica acusada y un tanto comprometedora para quién es objeto de ella, llegan los chicos, aparentan deseo de encontrarse, tienen un punto de azorados pero su lenguaje corporal no miente, se gustan, hace semanas que representan una escena de seducción adolescente discreta, candidez no les falta, le hacen recordar sus primordiales encuentros con el amor, experiencias que se graban en la memoria, por eso, por ser las primeras, su mirada experta los contempla en su cortejo sutil de pájaros buscando aproximarse, sabe que se van a situar uno junto al otro y que van a hacer todo lo posible para conectar esa postura cotidiana que los deja unidos por el dorso de las manos que llevan las carpetas, no se ha propiciado la palabra aún entre ellos, han asumido esa muda rutina, disfruta viéndolos enjaulados en ese silencio, pero observa con sorpresa que ella al ir a bajar le espeta al muchacho… me he cortado el flequillo! y entiende, retirando la mirada que a partir de ahí se abre entre ellos el desencuentro radical de la palabra.




Mercedes García Corominas


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