Un buen proyecto.

Hemos intentado madurar juntos. Pero madurar es algo un poco más difícil de lo que parece. Implica mirar hacia uno mismo con total honestidad, algo que suele doler y dar miedo, o ser incómodo. Y a pesar de eso, a pesar de todo ese enorme esfuerzo que supone la decisión de madurar, tú lo estás haciendo. Lo estás haciendo para poder hacer la otra parte difícil del binomio: juntos, permanecer juntos. Aunque ahora estemos, en realidad, distanciados para no hacernos daño, para tener espacio para crecer y madurar. Esa distancia es asumible sólo con el objetivo de estar juntos.
Y la dureza de todo este proceso de maduración, dejando las heridas del pasado al aire para verlas y sanarlas, la estás asumiendo por mí, lo sé. Si no me hubieses visto llorar, desgarrarme, sufrir tratando de sacar de dentro de ti lo que sólo yo veía, lo que llevabas escondido detrás de tu coraza, lo que tú mismo te negabas… Sólo así, tras años de tirar de ti, exhausta, al borde del abandono de toda esperanza, te diste cuenta del daño que me causabas, y pudiste reconocer el daño que te causabas a ti mismo, y el daño que guardabas escondido.
Distancia. Madurar en la distancia. Y es la mayor prueba de amor que podemos hacernos. Dejarnos curar nuestras heridas, dejarnos entender nuestras vidas, dejarnos encontrar nuestros caminos, mirándonos a los ojos, hablando de ello como dos buenos amigos. Pacientemente a la espera de observar si el esfuerzo puede llevarnos de nuevo a estar juntos. O al menos nos habrá conducido a la sanación y a la madurez, haciéndonos mejores personas.
Eso es amor. Eso es amarse. Querer lo mejor para el otro, aunque sea sin mí… Buscar la mejor versión de mí para ofrecértela. Ocuparse de uno mismo, de las propias oscuridades, para no arrastrar al otro a ellas. No necesitarse y aun así querer estar juntos para DISFRUTARTE y dejarte disfrutar de mí. Ya no sufrirse…
Eso es el amor. Más allá del inconsciente deseo que nos unió en la juventud, que nos obligó a buscarnos, a conocernos y a vivir en lucha entre el yo y el nosotros… Nuestros yoes están recuperándose de aquella versión pequeña del amor y permitiéndose aprender la grande. Y, ¿sabes? Es un buen proyecto.

María J. López Sariñena

Comentarios

Publicar un comentario

Tu oipinión es importante. Déjala aquí.

Entradas populares de este blog

Escribir un relato kafkiano. Reunión del viernes 4 de marzo a las 19:00 horas por ZOOM.

Al río, no

Reto del relato vergonzoso