El telegrafista


Mi abuelo hacía poco que había muerto y para mí sorpresa me había dejado en herencia su casa. Cuando el notario me lo dijo y me tendió la llave no me lo podía creer, pero casi sin pensarlo al salir puse rumbo a ella.
Estaba anocheciendo, el cielo estaba encapotado y mi corazón triste, caminaba despacio el viento acariciaba mi cara, recordaba y revivía en cada paso mi niñez, demasiado tiempo sin percibir aquellos aromas que me embriagaban, aquellas sensaciones antaño tan conocidas y agradables, ahora ya casi olvidadas, sin mucho ánimo llegue a la casa, el jardín seguía igual, con aquellos rosales rodeados de piedras que mi abuela cuidaba con tanto cariño, me acerque a ellos y mi pituitaria despertó mis sentidos o quizás mis recuerdos, hacia 20 años que no pisaba ni el pueblo, ni la casa, ni el jardín, aquel maldito jardín…..la mirada que me lanzó aquel día mi abuelo después de aquella discusión hizo que no volviera jamás.
Saque la llave, abrí la puerta y entré, eche un vistazo todo estaba igual que aquel día, no parecían haber pasado 20 años, los muebles las cortinas incluso el olor de mi abuela seguía permaneciendo en el ambiente.
Estaba cansada del largo viaje, vi el sofá me acerque y me acurruque en él, como cuando era niña, cuando era feliz…Mis ojos se cerraron por el cansancio, entonces mis sueños comenzaron a atormentarme como siempre, la pelea con mi abuelo los gritos las amenazas…. Mi abuela separándonos y cayendo……… mi abuela tirada en el suelo del jardín en medio de un charco de sangre y luego…. la oscuridad en mi vida.
Entre sueños escuche un ruido que me despertó, me levante con cuidado intentando localizar de donde venía, en ese momento me di cuenta que procedía del sótano y me dirigí hacia él, baje con precaución.
El sótano era el almacén de los trastos que ya quedaron en desuso, cosas que fueron parte de alguna forma de sus vidas y ahora ya no servían. Eche un vistazo, oí al fondo algo, entre unas cajas asomaba un telégrafo repiqueteando, lo identifique al instante era con el que tanto habíamos jugado mis abuelos y yo en mi niñez, me acerque quite las cajas y vi un largo papel saliendo del aparato en el cual se repetía una y otra vez este mensaje "mi pequeña niña no fue tu culpa, ya por fin estamos juntos, te queremos, recuérdanos con cariño, tus telegrafistas preferidos"

Ángeles Fernández
 

Comentarios

  1. Es emotivo... Y un buen uso, fantasioso, de la telegrafía.

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