Zas

 
Por fin se hizo la oscuridad, estoy tantas horas esperando que llegara este momento, que no me lo creo, hoy el tiempo corría despacio y sin prisa.
He estado dentro mi escondrijo tanto tiempo, que me cuesta volver a moverme.
Despacito, muy despacito y con cuidado, mi cuerpo vuelve a la vida y mis tripas también, ellas gruñen cuál lobo hambriento, demasiado tiempo sin comida, ya la reclaman.
Me asomo miro con detenimiento, la oscuridad hace que todo este en tinieblas, pero mi sexto sentido y mi estómago, me dicen que es el momento de salir, aunque toda precaución es poca. En mi vida he visto morir a muchos, las imprudencias se pagan muy caras aquí, hay que ir con mil ojos y con pies de plomo.
Me asomo ¡todo despejado! salgo fuera, el aire fresco me acaricia, es embriagador, de pronto me llega un delicioso olor ¿de dónde viene? Ese olor me cautiva, las tripas vuelven a gruñir ¡quieren comida! sin pensarlo persigo el delicioso aroma, el hambre es más fuerte que la precaución, pero no me importa, llego a un sitio por el que tengo que escalar, ni lo pienso, poco a poco voy subiendo, el hambre y la sed hacen que no pueda moverme muy rápido, mejor, así se notara menos mi presencia.
Pero cuando el aroma llega a mi nariz con toda su potente esencia, mi velocidad se incrementa, no puedo evitarlo, el hambre es mayor que la precaución, me desplazó rápido pero sigilosamente, ya he pasado lo más difícil, el olor cada vez es más fuerte, creo que ya estoy cerca, miro, hay un trocito ahí, lo cojo y lo saboreo, es el majar más delicioso que he probado en mi vida.
¡Tengo que conseguir más! subo un pequeño repecho, resbalo y caigo abajo, pero no desisto vuelvo a subir mi hambre es inmensa y el manjar merece la pena el esfuerzo, me sujeto mejor en esta subida, hay un temblor en la cuesta y vuelvo a caer pero insisto, ahora lo conseguiré, empiezo otra vez la subida, pero mis mecanorreceptores entran en alerta algo pasa y no es nada bueno.
Juan había estado comiendo en la cama pero había tenido mucho cuidado de que no cayera nada, la bronca podía ser monumental si se daban cuenta, después del festín dormía plácidamente.
Entre sueños noto algo en la mano, la movió instintivamente y paso, ahora de nuevo sentía ese cosquilleo en la mano, sacudió la mano para quitarse esa sensación, pero volvió otra vez, algo volvía a estar en su mano moviéndose esta vez encendió la luz, su sorpresa fue mayúscula !una cucaracha! Pego un salto de la cama y sin pensárselo dos veces, cogió una zapatilla y zas, de un golpe la mato.
Ángeles Fernández



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