Hecho real


Eran tres casas de campo, independientes pero juntas. En la primera vivíamos mis padres, mis hermanas y yo, de muy corta edad. En la siguiente, mi padrino. Un apuesto joven casadero que ninguna novia le acomodaba. La última vivienda la ocupaba mi tía (hermana de mi padre) con su marido y sus dos hijas (mis queridas primas) Mi tía a los 17 años quedó huérfana de madre. Mi abuela murió con 42 de una pulmonía dejando seis hijos. Mi abuelo nunca se volvió a casar. Así que ella siendo tan jovencita hizo de madre de sus 5 hermanos, entre ellos mi padre. La menor tenía tres añitos. Todos estaban a su cargo hasta que fueron mayores e iban formando su propia familia y abandonando el hogar paterno. El "independiente de mi padrino" que dependía de ella para hacerle comidas, lavar su ropa, limpiar, etc. fue el último en salir, dada su exquisitez para con las mujeres. Tardó años en encontrar la suya hasta que al fin se casó con una "santa" y ambos fueron muy felices.

Era difícil que se reunieran los mayores que quedaban viviendo en estas tres casas. Cada uno tenía sus quehaceres madrugando mucho y trabajando duro en preparar las cosechas de secano para el "Señorito" de la finca.

Aquel día me sorprendió verlos a todos juntos cuchicheando con cara de circunstancias e invitando a mis primas, mis hermanas y a mi a que nos fuéramos a jugar entre los matorrales.

A todos los niños les gusta dormir en la cama de sus padres y si están ellos aún mejor. En aquellos tiempos pasabas de la cuna al dormitorio, una habitación que compartíamos las diminutas hermanas porque no había más.

¡Jo! ¡Qué nochecita! No sé porqué mis padres se empeñaron en que durmiéramos con ellos las tres niñas. ¡Jolín! Cinco amontonados en una cama y pequeña. ¡Vaya ideíta la de mis papás! Mis hermanas como eran mas pequeñas había que dejarles espacio. ¿Espacio? ¿Y de dónde sacábamos el espacio? Yo dormí fatal y mis padres creo que no pegaron un ojo en toda la noche.

Cuando desperté a la mañana siguiente oí a los mayores charlar bajo un sol resplandeciente en un día maravilloso.

Salí afuera y les vi radiantes de felicidad. ¿Qué habrá pasado? Ayer no tenían esas caras.

Mi padrino "el ilustrado" estaba sacando las conclusiones pertinentes. Parece que lo estoy viendo.

Juntando sus manos e intercalando los dedos de ambas explicaba muy convencido su tesis:

-El pedrusco (nombre que le ponía al asteroide) iba derecho a la tierra y esta noche pasada ya se acababa el mundo. Pues el pedrusco (continuaba mi padrino) ha pasado así (señalando sus dedos) y...no ha ocurrido nada. ¡Estamos vivos!

¡Madre del amor hermoso! Entonces lo comprendí todo y fue cuando acudió a mi el miedo pensando que algo así podría pasar en cualquier momento.

Hoy día tenemos otro "pedrusco" alarmando la Tierra. Espero que haga como decía mi padrino: "que pase de largo".

Mari Carmen Olmos

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