Una rana en el jardín de la princesa

Nadie conseguía ver a la pequeña rana.
"Es demasiado pequeña", decía la jirafa mirando a todas partes y a punto de pisarla.
"Si fuera roja sería más fácil verla", decía el cuervo relamiéndose.
"¿Para qué la queréis?", volvió a preguntar por enésima vez la jirafa.
"La busca la princesa", respondió lacónico y despectivo el niño. No quedaba claro si despreciaba a la rana o a la princesa. Quizá a las dos. Se limpió los mocos con la mano derecha, se rascó una herida en la cabeza con la izquierda y miró al gato.
"No la he visto". Pero, por algún motivo nadie se fiaba completamente del gato. Todos le observaron durante un buen rato. Ningún gesto delató que mintiera, ni tampoco corroboró que dijese la verdad.
El escarabajo observó que no era habitual que hubiese ranas en aquel jardín, así que debería llamar la atención. El niño dijo: "Tampoco es habitual ver jirafas", con desprecio. No se supo si hacia el escarabajo o hacia la jirafa. Y la jirafa, sin prestar mucha atención, dijo: "No llama la atención porque es demasiado pequeña". Comentario con el que no estuvo de acuerdo el escarabajo.
El cuervo echó a volar para tomar distancia, pero sin darse cuenta estaba buscando cosas rojas y agarró dos amapolas y un cangrejo, que se vengó del susto con un buen pellizco.
"¡No es roja, es verde, idiota!", le dijo el niño con evidente desprecio. El cuervo dio un picotazo al gato, que se erizo, bufó y… de pronto se enroscó y se puso a dormir, con un ojo medio abierto.
El niño se indignó y tiró una piedra al lago, justo al lado de la rana. "¡Qué estupidez!" No se supo si se refería a la actitud del gato o a la búsqueda de la rana. Se sentó sobre una roca y no dijo nada más, mientras hurgaba con un palo en un hormiguero.
El escarabajo estuvo haciendo observaciones sobre todo lo que es normal en un jardín, y sobre todas las cosas pequeñas que la jirafa había aplastado. El cuervo no pudo más y se lo comió. Y después se posó sobre la cabeza de la jirafa. "¿Dónde está la princesa Segovia*?", preguntó ella. "¿Quién sabe?", dijo el niño encogiéndose de hombros enfadado.
El gato no respondió.
El cuervo eructo, por toda respuesta.
La jirafa pensó que la princesa también era muy pequeña. Y el cuervo. Y el gato. Y el niño. Del escarabajo ni se acordó.


La rana, despacito, había conseguido IR, saltito a saltito, hasta el banco donde la princesa tejía una corona de flores. "Póntela", le dijo. Ella le hizo caso.
Y después, se besaron.


Moraleja de este rompecabezas fabuloso:
No hay más ciego que quien no quiere ver con los ojos,
Ni con el corazón.


(* Segovia, como topónimo de origen prerromano, significa "lugar victorioso" o "fortaleza de la victoria")


Autora: María J. López Sariñena.
Reto de Junio de 2025 (Fábula que incluya las siguientes palabras: Rojo, rana, jirafa, ir, rompecabezas y Segovia)


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