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El secreto de la longevidad

Creo que me la he pasado durmiendo demasiado. ¿Cuánto llevo así? Perdí la cuenta. Como tan poco que me estoy quedando en los huesos. El sol es apenas un agujero en el cielo y pasa, como un muro de polvo, a través de la cortina. Todo es gris desde que perdí a mi familia, y el tiempo parece detenido. Afuera oigo pájaros. Niños juegan y dan pelotazos en la pared. Ríen. ¡Cómo ríen! Como si no hubiera mañana. ¿Es que lo hay? Me asomo por la ventana. Hay un niño en la entrada, cerca del porche. Viste de negro. Tiene el pelo lacio, la piel pálida, y manchas púrpuras rodean sus ojos de obsidiana. Sube la escalinata y toca con su diminuto puño. Es un toque peculiar, casi ritual. Lo distingo. Creo que ha estado tocando así por semanas o quizás meses. Me acerco y abro. El niño mapache levanta el rostro, sorprendido. Trae un papel en la mano izquierda, algo arrugado y húmedo.
 —¿Puedo pasar? —me dice con una voz delgada y vibrante, como la de un insecto. Mi casa está hecha un desastre y huele a mu...

Las 4 y media

Hoy me he levantado de la siesta un poco aturdida. No sé qué me pasa, el día está raro o yo estoy rara. Hace tiempo que me siento… bufff, no sé cómo me siento. Quizás… no sé, no me siento yo. Me asomo por la ventana. El día está gris, demasiado gris. Pasa el tiempo y sigue igual. Qué raro. Miro el reloj, son las cuatro. A las cuatro y media he quedado con mi hija, vamos de compras. Al principio le dije que no, pero ahora estoy muy ilusionada. Hace tiempo que no tenemos una tarde para nosotras. Miro otra vez por la ventana. Qué oscuro… ¿será hoy el día que dijeron que habría un eclipse? Ya son las cuatro y media y mi hija no llega. Ella es muy puntual. Quizás me haya llamado para decirme que llegaba tarde y yo, durmiendo la siesta… Miro el teléfono, no hay llamadas. Las cinco. Esto no pinta bien, mi hija jamás llega tarde. Voy a llamarla, me estoy preocupando. —Rin, rinnnn… Qué raro, no lo coge. Vuelvo a llamar. El corazón me va a cien, estoy taquicárdica. ¡Cógelo, cógelo, por ...

Cambio de fecha

Alicia ya empezaba a probarse trajes de novia. Llevaban cinco años juntos. Decidieron unir sus vidas en matrimonio el 24 de abril. Alicia iba probándose un vestido tras otro, cuando notó un bulto en su pecho. Diagnóstico: Un papiloma cancerígeno. Tenía que empezar con la quimioterapia, la dejaría sin pelo y ella no quería ir con peluca. El proceso sería largo y lo más importante era vencer el cáncer. Ella y Andrés pasaron un año duro, pero... Alicia ¡Ganó la batalla! Esta vez se casarían el 19 de junio. Aún faltaban tres meses, luego, había que organizar todo, Iglesia, invitados, restaurante y demás. El 15 de mayo, Anastasia, (la madre de Andrés) notó a su marido demasiado quieto en la cama. Lo tocó, lo zarandeó, le dio pequeñas bofetadas y no respondió. Un infarto fulminante. Una desgracia en la familia. Anastasia era la madrina de ellos y el padrino el padre de Alicia. Cancelaron la boda de nuevo. Cuando se pasara un poco ese dolor de la pérdida ya pensarían en ello. Pasaron los mes...

Ojos de color cereza

—Al cuarentón de boca y nariz hundidas en su cara, sí, al del pelo graso pegado en la frente, al de los ojos de color cereza, sí, a ese. —¿Traigo entonces a ese? —¿Quién es dios, tú o yo?,  joder, tráelo. —Pero no da el perfil, y si no lo hace bien, si se atora y no entiende, volveremos a la casilla de partida, otra vez, llevamos miles de años así. —Joder, tú tráelo, tenemos todo el tiempo del mundo. El ángel de la guarda descolgó el teléfono, marcó el número del seboso elegido por dios y lo llamó. El teléfono móvil de Paco suena con un tono que no es el que él configuró, se extraña, pero sí es su móvil, se cerciora, lo saca del bolsillo y aunque duda, al final coge la llamada y desconfiado dice un contundente ¿¡diga!? —¿Sabe usted qué es lo que quiero?— pregunta con voz folclórica el ángel de la guarda, —  y Paco dudado tres segundos contesta—¿la tarjeta del hormiguero? —y cae fulminado, Paco yace en el suelo del salón de un pequeño piso de Carabanchel sur, en un edificio ma...

VERBA VIRTUTIS

  Contempla el cielo nublado en el horizonte. Nubes blancas deslizándose sobre otra capa de nubes blancas, a bastante velocidad. El aire que las mueve agita también las ramitas de los matorrales y las briznas de hierba de la escasa y seca vegetación del monte. Se cuela por su nuca. Es un aire frío y húmedo que no toca el resto de su piel, cubierta por la ropa, pero la alcanza, como si fuera agua que se escurre desde su nuca hasta sus talones y le hace estremecerse. El cielo adquiere un tono gris, y el único árbol que se divisa, flaco y alto, parece gritar reclamando el agua de lluvia que las nubes no quieren soltar. Él espera. Se sube el cuello de la capa todo lo que puede. Permanece inmóvil, mirando con insistencia la latencia. El rumor de un débil trueno a lo lejos, muy a lo lejos. Parecen palabras de dragón. El paisaje habla, pero no sucede. Se ausenta el momento esperado. Palabras suspendidas en la capa alta de las nubes, la que parece no moverse, desde la que cae la primera...

Muertes por sorpresa

El día once de septiembre de 2001, todavía hacía mucha calor, dentro de mi casa y fuera. Salí muy temprano y fui a casa de mi padre, como hacía habitualmente, con mi hija pequeña. Yo estaba en trámites de separación y mi aún marido se levantaba tarde y es que todavía vivíamos juntos. Si es que a “aquello” se le podía llamar vivir, yo no tenía gana alguna de verle la cara y supongo que a él le pasaba lo mismo. Por eso bien pronto emigraba de una casa a otra. Al mediodía comimos y empecé a recoger la mesa y la cocina, mi padre y yo hablábamos con la cría y como siempre teníamos la televisión de fondo, como acompañamiento, si algo nos interesaba pues prestábamos más atención. Recuerdo perfectamente que Matías Prats estaba con el telediario de las tres. Cuando nos percatamos de la noticia nos quedamos sin palabras, más bien estupefactos. Aquello era demasiado fuerte, había caído una torre gemela en Estados Unidos , decía: pero no solo e...

Un 11S cualquiera.

Era jueves por la mañana, lo recuerdo con claridad, no tendría por qué, porque a priori, era un jueves más. Pero ese jueves de fin de verano lo recuerdo. Elegía naranjas en un puesto de frutas, era temprano y el calor se resistía a irse. La gente iba y venía, como suele pasar en un mercado, carros, mujeres y hombres cargados con bolsas, saludos, comentarios sobre la salud, los nietos y vecinos. Un jueves normal, tranquilo, sin más; pero un escalofrío recorrió mi espalda, como el sudor frío golpeado por una ráfaga de aire. Miré tras de mí, como buscando a la parca golpeándome con el dedo en el hombro, asustado, temeroso, y sólo vi a una amable señora que me sonreía y esperaba su vez. Pesé mis naranjas, pagué y recogí mis vueltas, me despedí y salí de la marabunta. Tal vez esa fría sensación provenía de un recuerdo de un mal sueño. En la mano un trozo de papel, yo, ofuscado, intentaba descifrar mi propia letra, ¿ponía cebollas, claraboyas, ampollas? caminaba entre el gentío, despreocup...

Veristas Crepit

VERITAS CREPIT 11 de Septiembre de 2001 8:46 a.m., Nueva York Un avión impacta contra la Torre Norte del World Trade Center. 14:46 Betanzos (La Coruña) Tres muchachas esperan un autobús interurbano en Betanzos con dirección a La Coruña, para pasar la tarde haciendo turismo en la ciudad y sus playas. Acaban de conocerse a través de una cuarta persona, que dirige una academia de idiomas. __Entonces, Verónica, ¿tú no vives en Galicia? __No, yo vivo en Madrid, en un pueblo que se llama Galapagar. Sólo he venido esta semana a visitar a mi prima. __¿Ella también es de Madrid? __No, no. Ella nació en Barcelona. Nuestros padres son hermanos y ellos son los gallegos. Son de Lugo. Mi prima se vino a vivir aquí hace sólo unos años y montó la academia de idiomas. __¿Cómo has dicho que se llama tu pueblo? ¿Galápagos? __¡No! Galapagar. Suena parecido, ¡pero no hay tortugas! -se ríen las tres. 14:46 Galapagar, Madrid Severo Clares Durán, de quince años, contempla el cuerpo inmóvil de su amigo s...

Muert@

¡MUERT@! Cuando la vi, no pude más que gritar, era superior a mis fuerzas. Me volví loca: golpeaba, gritaba, y golpeaba otra vez. Así seguí hasta que quedé exhausta. El día ya había empezado mal, con aquel maldito zumbido que me despertó de madrugada, y eso era un mal presagio. Siempre he tenido un sexto sentido; la vida así me lo ha demostrado. Mi madre decía que era una pequeña brujita… Ese día amaneció gris, igual que yo: un gris depresivo, anodino, sin alma. Miré por la ventana, sin ganas de comenzar el día. En mi mano, mi taza de café humeante empañaba mis gafas. Y el puñetero mosquito que no me había dejado dormir, se posó en ella. Sin pensarlo, con la otra mano me fui aproximando lentamente hasta que lo tuve a tiro… y ¡muerto! Lo aplasté con un fuerte manotazo, saliendo volando la taza y cayéndome el café encima. ¡Me abrasaba! gritaba y maldecía mi mala suerte, a la vez que me quemaba. En ese preciso momento sonó mi móvil. ¿Quién puñeta sería? ¡Mi madre! —Ven a casa, hija, ...

once • cero nueve • dos mil uno

La voz del locutor cortó como una navaja la música matutina. —Interrumpimos la programación...— El tono bastó para que mi esposa subiera el volumen de inmediato. En el asiento del copiloto, mi hermana dejó de revisar sus documentos. Yo, desde atrás, miraba hacia el dial de la estación. —Un avión acaba de estrellarse contra una de las Torres Gemelas en Nueva York —anunció, con esa solemnidad que se reserva para las malas noticias. El mundo pareció detenerse, pero no el tráfico. Unos metros adelante, un Tsuru azul frenó bruscamente ante un semáforo. Su conductor bajó del vehículo como sonámbulo, con el teléfono celular pegado al oído. No vio venir al Pointer, cuyo conductor, absorto por la noticia, no frenó a tiempo. El golpe seco resonó por encima del claxon y los gritos. El hombre quedó en el suelo, inmóvil, con el Nokia aún en la mano. —Vámonos de aquí —murmuró mi esposa, desviándose hacia Reforma. El tráfico se espesaba como jarabe agrio. En radios y teléfonos se repetía la misma pr...