MUERT@
¡MUERT@! Cuando la vi, no pude más que gritar, era superior a mis fuerzas. Me volví loca: golpeaba, gritaba, y golpeaba otra vez. Así seguí hasta que quedé exhausta. El día ya había empezado mal, con aquel maldito zumbido que me despertó de madrugada, y eso era un mal presagio. Siempre he tenido un sexto sentido; la vida así me lo ha demostrado. Mi madre decía que era una pequeña brujita… Ese día amaneció gris, igual que yo: un gris depresivo, anodino, sin alma. Miré por la ventana, sin ganas de comenzar el día. En mi mano, mi taza de café humeante empañaba mis gafas. Y el puñetero mosquito que no me había dejado dormir, se posó en ella. Sin pensarlo, con la otra mano me fui aproximando lentamente hasta que lo tuve a tiro… y ¡muerto! Lo aplasté con un fuerte manotazo, saliendo volando la taza y cayéndome el café encima. ¡Me abrasaba! gritaba y maldecía mi mala suerte, a la vez que me quemaba. En ese preciso momento sonó mi móvil. ¿Quién puñeta sería? ¡Mi madre! —Ven a casa, hija, ...