Milagro Digital
He visto a toda esa gente, armada hasta los labios, diciendo y casi gritando, que la realidad no existe. Miran sus móviles con ojos de centellas, flotando en las calles porque se han olvidado de sus pies. Cuando alguna vez te miran, te muestran en su pantalla ese nuevo universo y te dicen: «Tú y yo somos virtuales». Su sonrisa de metal brilla en sesgos siliconados, y no te crees que no seas real, si no una suerte de virtualidad. Te empeñas en tocarte, en golpearte el pecho para que escuchen a tu caja torácica retumbar. «Soy yo», dices, «Una realidad ambulante, que pesa, huele y ocupa un espacio». Inútil. Te fotografían y ya estás. Ves tu nuevo yo, atrapado en un recuadro reluciente. Tu piel pierde sangre. Eres ya luz azul, con brillos verdosos y bordes magentas. Te absorbe ese mundo de extraña luz. Ahí serás masticado, comido y defecado en pequeños extractos binarios. Atraído por ese fulgor, vacías tu vida en ese agujero luminoso y dejas de ser tú gracias al en...