Otredad
Cuéntame lo del soborno, mamá... ¿mamá, me oyes? — Juan se inclinó sobre la madre que estaba repantigada en el sofá del tren, y la miró a través de los espejos de las gafas de sol que ella llevaba y sus ojos cerrados se vieron desdibujados. Eso es lo que estaba pasando, él miraba a la madre mientras se desdibujaba, se iba convirtiendo en humo, en pasado. El ictus hizo mella en ella y se saldó fortaleciendo las obsesiones y enturbiando los recuerdos. Despertó. — Hola...— susurró la madre mientras miraba al rededor obnubilada. — Mamá, vamos a la ciudad, al banco, a cobrar el billete, ¿recuerdas? — , «sus despertares son imprevisibles», pensó Juan, — mamá, ¿sabes dónde estás? —. La madre le miró a los ojos confusa y le preguntó que quién era, — tu hijo—, contestó Juan. El cobrador de billetes entró, tras llamar al compartimento, y esta otredad les unió y la madre le cogió las manos. — Los billetes, por favor —, Juan los entregó en silencio, el cobrador los miró con detenimiento y los d