Prólogo
La autovía transitadísima parte la nave en dos, es irreal, es como me dijeron. Estoy aparcado en el andén, tengo la punta del pie en la línea blanca, escucho pasar los coches como enormes balas. He puesto el triángulo, las luces intermitentes y ahora mido las distancias, hasta estar seguro de que me da tiempo a cruzar hasta la mediana. La parte de las máquinas está en el lado opuesto a donde he aparcado el coche. Me intimida el claxon del último camión, agudo cuando viene hacia mí y grave cuando se aleja. Me parece todo, el taller atravesado por la carretera y los dos matices del sonido del claxon, una alegoría al tiempo que ha pasado, como una reverberación fantasmagórica del pasado, que empuja, pero solo es un estertor melancólico. El ruido del claxon se disuelve y los coches cesan de transitar en este sentido, cruzo y llego a la mediana, me queda la otra mitad, y las ruinas se ven más próximas y el corazón se me sale del pecho. El río de coches vuelve a mi espalda y los q...