Miradas
1. Le miro a los ojos descaradamente, sin desviar un ápice la mirada. No quiero mostrar vulnerabilidad, tampoco es que me importe mucho su opinión, pero no no quiero achantar; dibujo una casi imperceptible sonrisa en mi tez, algo entre estar pensando para mis adentros algo agradable y una mueca sardónica. Callo, no hablo, dejo pasar el tiempo, le veo inquietarse, ponerse nervioso, jugar con sus manos, incluso podría afirmar que le oigo atragantarse con su saliva. - ¿Y bien? - le digo, con una firmeza de un puñal de diamante. - Pues... ejem, nada, la verdad es que nada. Vuelvo a mi, me sonrío por dentro sin cambiar mi gesto. Le sigo escudriñando con la mirada, directa, sin titubeos, una mirada limpia y fría, como agua de manantial en invierno. Parece que hace el gesto de irse, duda, vuelve a mirar el suelo, se gira y se va. 2. Le mira a los ojos, de una manera que nunca había visto hacer, sin pestañear casi, me siento incómodo al verlo, Está de pie frente a él, como medusa, poderos...